Claire Bloom
Claire Bloom caminaba por la avenida Madison para tomar té con su maestro yoga. Philip Roth lo hacía en dirección opuesta, al encuentro de su psicoanalista. Se saludaron. Roth la besó una mejilla. Ella le contó que próximamente rodaría una película junto a George C. Scott y temía su célebre personalidad testosterónica. Él replicó: "No todos los hombres son así". Y en aquella esquina neoyorquina prendió una historia de amor que la actriz ilumina en estas memorias al tiempo que desvela la personalidad oculta del gran escritor americano de nuestro tiempo. Sin final feliz.Las memorias de las medias naranjas de escritores famosos son ya todo un género que no suele pintar bien al aludido. Tampoco aquí. Bloom cae rendida ante el titán intelectual de conversación inacabable pero pronto emerge el hombre rígido y escrutador hasta la intimidación, inseguro, huraño e intratable. Y entonces llegó la depresión. Roth sufrió un implacable derrumbe mental -que relata en Operación Shylock- y en la vida de Bloom irrumpió el infierno. La actriz debutante en Candilejas, amante de Richard Burton, Laurence Olivier o Yul Brynner, dejó caer así el telón de su más grande historia de amor. Aquí brinda una visión sesgada, sin duda, y en la obra de Roth hallará el lector, desperdigada, su replica . Pero ya nunca podrá leerle como antes.