Image: La gran grieta

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Ensayo

La gran grieta

Alex Perry

20 mayo, 2016 02:00

Mujeres y niños africanos hacen cola para conseguir comida. Foto: AFP

Traducción Joan Andreano Weyland. Ariel. Barcelona, 2016. 506 páginas. 23'90€, Ebook: 12'99€

Se afirma que África es la cuna de la humanidad. En el este del tercer continente más extenso de la Tierra, tras Asia y América, se han encontrado restos de homínidos que, como apunta Alex Perry, vivieron en las llanuras del Norte de Kenia y Etiopía.

La depresión Danakil, en el norte del Valle del Rift, en Etiopía, era una pradera con humedales hace cuatro millones de años. El planeta varió unos grados la inclinación de su eje en torno a diez mil años antes de Cristo y provocó un aumento de los rayos del sol sobre África, dando lugar a un enorme desierto que desde el sur de Marruecos, Argelia, Libia y Túnez se extendió hasta el Ecuador. Al volverse a inclinar la Tierra hacia ocho mil años antes de Cristo y provocar la última Edad del Hielo, volvió la lluvia y el desierto desapareció.

En torno a los cinco mil años antes del nacimiento del cristianismo, el eje del planeta modificó por tercera vez su eje; la lluvia se volvió escasa y los desiertos crecieron de nuevo. El Sahara recomenzó un crecimiento que, en parte debido al calentamiento global, sigue a día de hoy. La depresión Danakil es el lugar más caluroso del planeta, con temperaturas que pueden alcanzar los sesenta y tres grados centígrados. África ha sufrido el comercio de esclavos hasta entrado el siglo XIX. La colonización del continente tuvo su punto álgido en la Conferencia de Berlín (1884-1885). Las potencias reunidas en la capital de Alemania decidieron que sólo Liberia, estado fundado por esclavos liberados, y Abisinia, la antigua Etiopía, serían estados libres.

Jefe de la delegación en África del prestigioso, y global, semanario Time hasta que, en 2013, se hartó de las limitaciones impuestas a su trabajo de investigación desde la dirección de la revista, Alex Perry trabaja en la actualidad para Newsweek, influyente publicación norteamericana, y vive en el delicioso Hampshire, un condado situado en la costa sur de Inglaterra.

Su vida como corresponsal en distintos lugares del mundo, le ha proporcionado los materiales a partir de los cuales ha escrito numerosos artículos y diversos libros que se unen a una frenética actividad pública. Un estilo de vida y una obra que ha merecido diversos premios y honores. Con todo, este es su libro más significativo e influyente.

Utilizando como metáfora la fisura tectónica que desde el valle del Gran Rift secciona África desde Eritrea a Mozambique, Alex Perry disecciona un continente dividido entre un pasado ancestral, mísero y violento y un futuro esperanzador e incluso brillante. Con la información reunida a lo largo de más de una década en la que ha recorrido miles de kilómetros, visitado los lugares más conflictivos y entrevistado a personajes centrales, Alex Perry ha compuesto un revelador libro de dualidades y contrastes. Muestra con valentía un universo de ricos y pobres, de asesinos y víctimas, de ideales occidentales y de realidades africanas. Revisa los mitos que se han ido construyendo sobre el continente en un texto rápido, con una extraña capacidad para sujetar al lector.

En su recorrido histórico y geográfico del África subsahariana, Alex Perry no evita horrores. El genocidio de Ruanda -excolonia belga- es inevitable. Su gobierno ordenó a la mayoría hutu del país que exterminase a la minoría tutsi, y en cien días murieron ochocientas mil personas. Durante cinco años, Bin Laden preparó en Sudán los fundamentos logísticos y filosóficos de Al Qaeda ("La Base") y de su yihad. En Nigeria, Boko Haram secuestra y asesina. La película de Ridley Scott, Black Hawk derribado, muestra un segmento de la situación en Mogadiscio, la capital de Somalia, pero no entra en la violencia, la extorsión y los secuestros de Al Shabab ("La Juventud"). Alex Perry descorre cortinas y nos muestra el sufrimiento de todo un continente -si el lector quiere asistir a la experiencia de un secuestro en Somalia, lo mejor es el testimonio en primera persona de Amanda Lindhou, autora con Sara Corbett, de Una casa en el cielo, editado por Plataforma-.

Pero en África existen otras formas de violencia. La desnutrición está presente por doquier. Martín Caparrós ya lanzó su dolida advertencia en El Hambre y David Rieff, con El oprobio del hambre, insistió en lo mismo, sólo que enfatizando la torpeza de Occidente para canalizar y optimizar la ayuda a los hambrientos africanos. De ambos libros dimos cuenta en estas mismas páginas.

Aquí entramos en algo que pone los pelos de punta a la buena voluntad y al espíritu de colaboración de muchos. Ya lo advirtió William Easterly en su magnífico texto, también reseñado aquí, La carga del hombre blanco, cuyo subtítulo del libro lo expresa muy bien: El fracaso de la ayuda al desarrollo. Alex Perry se apoya en él para denunciar que la relación entre el esfuerzo que supone la cooperación al desarrollo y sus resultados no guardan la proporción deseada. Citando al presidente Kagame, escribe: "En los últimos cincuenta años, Occidente ha gastado cuatrocientos mil millones de dólares en ayuda a África. Pero ¿qué puede mostrar como resultado?". Aparte de la corrupción local existen demasiadas fundaciones y agencias de cooperación sin control y demasiados cooperantes con sueldos desorbitados.

Pese a todo, se cierra este volumen con un canto a la esperanza: África está creciendo. Su nuevo y potente desarrollo ha encontrado dos aliados, China, que compra y construye infraestructuras, y los teléfonos móviles, que han conquistado los espacios vacíos del gran continente.