José Álvarez Junco. Foto: T21
Abre el volumen una cita de Edward Gibbon sobre las distintas religiones de la antigua Roma, "verdaderas" para el pueblo, "falsas" para el filósofo y "útiles" para el político. Si el nacionalismo es una nueva religión, es pertinente la mención de aquellos "dioses útiles" para estos "constructos" que son las naciones. Y sirve la alusión al filósofo para ubicar la perspectiva racional del autor: frente a la instrumentalización política de la identidad, el análisis de las ciencias sociales. Álvarez Junco (1942), uno de los más prestigiosos historiadores actuales, publicó en 2001 Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX (Taurus). En 2013 fue coautor de Las historias de España. Visiones del pasado y construcción de identidad (Crítica/M. Pons). El libro que ahora comentamos tiene pretensiones más modestas: aspira a una vía intermedia entre lo académico y la usual divulgación ofreciendo reflexiones originales, múltiples referencias y amplia información en un formato sintético e insertando todos esos datos de modo ordenado en una visión global y comparativa.El volumen se abre con una concisa introducción que establece la posición personal del autor, su perspectiva de estudio y los objetivos fundamentales. Tras ella, cuatro bloques claramente diferenciados: el primero, dedicado a "la revolución científica sobre los nacionalismos", expone el cambio radical que introduce la historiografía reciente en el examen del hecho nacional. Grosso modo, el paso de una visión esencialista (o primordialista: las naciones, realidades objetivas) a una óptica constructivista (las naciones, construcciones históricas). Dicho cambio implica un vuelco en la perspectiva temporal, pues se pasa de considerar las naciones como entes remotos, existentes casi desde la noche de los tiempos, a observarlas como manifestaciones relativamente próximas, siempre dentro del mundo contemporáneo. Todo ello exige deslindar el concepto de nación cultural o comunidad diferenciada de nación política moderna, que emerge como depositaria de la soberanía. Ahí se inscriben las acuñaciones que han adquirido gran predicamento en los estudios historiográficos, como la "construcción de la identidad" o la "invención de la tradición".
El segundo bloque repasa sucintamente los diversos "casos de construcción nacional" que se han dado en el mundo, con especial atención al viejo continente, por ser Europa "madre de naciones". Se examinan así los procesos que dieron lugar a las más vetustas formaciones nacionales (Inglaterra, Francia) y a otras posteriores (Alemania, Italia), con un hueco para casos periféricos (Rusia, Turquía) y una mención, por su importancia objetiva, a los Estados Unidos. El tercer capítulo, dedicado al "caso español" empieza por el reconocimiento de "Hispania, un lugar muy antiguo" y la admisión de una identidad cultural española ya en tiempos de la "monarquía imperial", pero no reconoce a España como nación política en sentido actual hasta las Cortes de Cádiz, lugar y fecha del "nacimiento de la nación". Los siglos XIX y XX se vivirán en la geografía ibérica de un modo convulso y llevarán al surgimiento de "identidades alternativas a la española", asunto al que se dedica el último capítulo, con un chequeo crítico de los nacionalismos o regionalismos peninsulares. Se podrá discrepar en matices, pero el nuevo libro de Álvarez Junco constituye una magistral interpretación de conjunto del fenómeno nacional y una reflexión serena e inteligente en un ámbito dominado por la emotividad.