Javier Gomá. Foto: Juan F. López
Cuando una idea o una obra teórica no son fruto de la improvisación, sino de un proyecto largamente acariciado, consistentemente elaborado y meditado, nada mejor que contemplar la totalidad de su despliegue para poder apreciar en su genuina dimensión el sentido del ensamblaje de los diferentes elementos, así como el lugar que a cada uno de ellos corresponde dentro del conjunto. Hace un par de años, el filósofo, filólogo y jurista Javier Gomá (Bilbao, 1965) nos brindó ya la oportunidad de leer de forma unitaria los cuatro ensayos que componen su Tetralogía de la ejemplaridad, una propuesta filosófica de calado, en la que primero se analiza lo común a toda experiencia humana (Imitación y experiencia, 2003), después se reflexiona sobre la asunción de la propia mortalidad como clave del proceso de maduración individual (Aquiles en el gineceo, 2007) y, más tarde, se amplía el compromiso ético con el hogar y la propia vocación nacido de ahí a la esfera de la vida ciudadana (Ejemplaridad pública, 2009), para, finalmente, preguntarse por la otra orilla de la vida, por la posibilidad de un acceso a aquello que trasciende nuestra finitud (Necesario, pero imposible, 2013). Tras ofrecernos en versión compilada este "ciclo largo" de sus principales obras, ahora nos presenta en un único volumen la totalidad de sus microensayos, aparecidos inicialmente en los suplementos culturales de El País y La Vanguardia, y antes reunidos en dos libros, Todo a mil (2012) y Razón: portería (2014), añadiéndoles seis posteriores, que se publican aquí por primera vez.Como explica el propio Gomá, no todos sus ensayos poseen la condición de "microensayos". Entiende por tales aquellos que se ejercitan en un "modo mundano de filosofar", es decir, aquellos que practican un tipo de ensayismo que no se demora en problemas que sólo interesan a los profesionales de la disciplina, sino que atiende a las cosas mismas, examinándolas con criterio personal y exponiéndolas de modo clarificador, para hacerlas accesibles al gran público.
No significa esto, sin embargo, que los textos aquí reunidos simplifiquen las cuestiones y las aborden con ese trazo grueso que tantas veces es sinónimo de las obras de divulgación. El tono menor empleado consiste más bien en formular los grandes temas de la existencia y las apuestas de sentido que Gomá propone al respecto en sus ensayos mayores con un enfoque volcado a lo cotidiano, más atento a la anécdota con que ilustrar la categoría, más entretenido en recorrer la casuística de lo humano y presentar de forma amena sus razones que en demostrarlas con lógica rigurosa. Pero sin dimitir de la vocación universalista que es propia de toda verdadera filosofía, ni de su responsabilidad de proponer una mejora del individuo y su mundo.
El resultado es un libro estupendo, escrito con la pulcritud y brillantez que distinguen a la prosa de Javier Gomá, de ritmo bien medido a la hora de conjugar humor y teoría. Así van aflorando con sencillez las ideas-fuerza de su pensamiento, componiendo un preciso diagnóstico sobre la cultura actual, donde a su juicio sigue primando la inflación romántica del sujeto: en esa medida, esta cultura sigue anclada en el discurso moderno de la transgresión, alimentando un yo adolescente que se cree único e irrepetible y se engolfa en el cultivo narcisista de su interioridad, en lugar de comprometerse con la auténtica tarea civilizatoria del presente, que ha de ser la de armonizar, en convivencia pacífica, a los millones de subjetividades enamoradas de sí que pueblan el planeta.
Gomá no comparte el nihilismo ceniciento que a menudo acompaña, como coartada ideológica, a esta expansión irrefrenada del yo. Cuestiona algunos excesos del presente, pero a la vez, hijo gozoso de su tiempo, celebra cuanto de vitalmente positivo hay en el afán de quererlo todo. Eso sí: conocedor de la lección goetheana de que sin limitarse no es posible extenderse, propone contrapesar lo desmedido de ese ímpetu con una educación del corazón. Todo un valiente popurrí neoclasicista el de los microensayos reunidos en Filosofía mundana, que en la aparente corrección política de su apelación a ideales morales y conductas ejemplares albergan la mayor provocación para la mentalidad coetánea.