Debate. Barcelona, 2017. 512 páginas. 18€, Ebook: 12'34€

La figura del fundador de la Falange ha despertado desde siempre la curiosidad de los historiadores profesionales que, antes que nada, han tenido que abrirse paso hacia la realidad del personaje desbrozando la intensa y extensa literatura apologética que, como un incensario, derramó el régimen franquista durante cuatro décadas.



El pionero fue Stanley G. Payne, con sus diversos estudios sobre el fascismo español en general y sus prohombres en particular, con José Antonio en primer término, naturalmente. Por ese camino transitaron autores tan diversos -y con intereses tan variopintos- como Herbert R. Southworth (casi coetáneamente a Payne) y luego, José-Carlos Mainer, Salvador de Brocà, Javier Pradera o Ismael Saz, por citar algunos de los más relevantes. Mención especial en este ámbito merecen Ian Gibson y Julio Gil Pecharromán, autores de sendas biografías de José Antonio que pueden considerarse por su rigor y planteamientos innovadores directos antecedentes del libro que ahora nos ocupa.



En efecto, el autor de este volumen, Joan Maria Thomàs (Palma de Mallorca, 1953), profesor de la Universidad Rovira i Virgili, tiene la elegancia de proclamarse deudor de toda esta bibliografía anterior, a pesar de que él mismo tiene una dilatada obra sobre diversos aspectos de la Falange y de la cultura política de la época: entre ellas, Roosevelt y Franco. De la guerra civil española a Pearl Harbor (Edhasa, 2007), El gran golpe. El "caso Hedilla" o cómo Franco se quedó con Falange (Debate, 2014) y Franquistas contra franquistas (Debate, 2016). Ahora se enfrenta a la figura cenital del fascismo español con los mismos recursos de sus estudios anteriores: un conocimiento exhaustivo de la época y del contexto político, una amplia documentación de primera mano y una bibliografía sólida manejada con gran pericia.



El reto aquí es conseguir un retrato equilibrado del personaje en cuestión, equidistante tanto de los ditirambos de unos como del odio cerval de sus adversarios políticos. No se trata de apuntarse al término medio -eso sería muy primario- sino algo mucho más complejo: hallar al verdadero José Antonio entre la maraña de interpretaciones de su vida, sus actos y su doctrina. Podemos adelantar ya que Thomàs sale muy airoso del empeño. Obviamente el retrato que hace del dirigente en estas páginas no es el único posible -siempre caben otras interpretaciones- pero no se puede poner en duda que el autor ha hecho un gran esfuerzo por comprender al líder carismático, al ideólogo y al hombre sin hurtar ninguna de sus aristas.



Para ello ha dividido su estudio en cinco grandes capítulos claramente diferenciados. El primero trata de la familia Primo de Rivera, con el dictador en primer plano. Aquí está la médula de la educación político-sentimental de José Antonio, "tanto el deseo de emulación del padre como el de llegar a ostentar por sí mismo un poder político de tipo autoritario" (p. 95).



En consecuencia, el primogénito emerge como figura carismática con esa dualidad (capítulo 2), aunque las circunstancias personales y generales irán conformando un "segundo Primo de Rivera como Salvador de España". Esta última acuñación deviene el núcleo de todo, hasta el punto de que da título al capítulo tercero, aunque aquí el autor del libro se permite un guiño irónico: "Salvando ya España". Una salvación que, como es sabido, nunca llega a ser tal, ni siquiera desde la perspectiva joseantoniana porque el rumbo de los acontecimientos, aunque fuese grosso modo en el sentido autoritario que Falange auspiciaba, llevará a la soledad del líder falangista. Una soledad política acentuada dramáticamente en el plano personal por su prisión y su muerte en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936.



Ahí termina la corta trayectoria política de José Antonio, pero empieza la larga estela de su mitificación, su elevación a los altares patrios como un nuevo Jesucristo, conformando así "el culto más importante del franquismo, después del dedicado a Franco" (capítulo 5). Antes de desbrozar la santificación del "Ausente", se dedica un enjundioso capítulo a su ideario. Thomàs insiste en tres puntos importantes: subraya que José Antonio nunca llegó a ser un auténtico intelectual fascista (como Ledesma Ramos), analiza sus ambivalencias (entre el posibilismo y la radicalidad) y, sobre todo, matiza que sus grandes ideales patrióticos e integradores diferían en aspectos significativos del nuevo Estado que, al final de la guerra, se apropió de su legado.