Trad. de Doris Rolfe. Alianza. 129 páginas, 1.575 ptas.
Cuando Mark Twain publicó Las aventuras de Tom Sawyer, William Dean Howells, entonces gran gurú del mundo literario norteamericano, le escribió felicitándole por "esa gran novela". Twain le respondió que para lo que realmente le había servido era para esbozar la novela Las aventuras de Huckleberry Finn. Con Huck Finn la literatura norteamericana, como expuso Hemingway, alcanzó una madurez que llevaba buscando desde comienzos de siglo. También encontró Twain el pulso narrativo que caracterizaría obras posteriores, como El forastero misterioso, que se acaba de publicar. Se trata de una obra póstuma en la que Twain utiliza recursos similares a los de obras anteriores. Como hiciera en Un yanqui en la corte del rey Arturo, traslada la acción a Europa, sitúa al protagonista fuera de su contexto y retrotrae la acción a tiempos pretéritos. Todo ello aderezado con la ironía más elegante.