Es bueno recordar que el arte de fabular nació vinculado a la literatura oral, esa que mediante sencillas narraciones pretendía dar respuesta a las grandes cuestiones que afectan al ser humano y extraer retazos de aquella sabiduría popular. Y sin embargo, aunque a día de hoy pareciera que el de cuentacuentos es un oficio de otra época, figuras como la de Tim Bowley -veterano bardo inglés que recorre la Península con leyendas de distintas culturas- nos devuelven la fe en esta extraordinaria profesión que cautiva auditorios, descubriéndonos la maravillosa capacidad de soñar con solo palabras.

Bowley rescata para este cuidado volumen diez pequeñas historias -traducidas con esmero por Casilda Regueiro, su compañera de escenario- que a nadie resultarán ajenas: el amor, el sentido de la muerte o de superación serán algunos de los denominadores comunes. Así, la fábula del muchacho desesperado por el fallecimiento de su esposa que, como nuevo Orfeo, intentó recuperarla del mundo de los espíritus para pecar, a la postre, de impaciencia y perderla para siempre. Una ocasión única para descubrir a nuestros primeros lectores la magia de la tradición oral con unos relatos que seguirán viajando de generación en generación.