Anaya, 64 pp., 8'50 e. (Desde 9 años)

De todos es sabido que en 2014 se conmemora el IV centenario del fallecimiento de El Greco. Afrontar el retrato de este maestro de la pintura renacentista a partir de un lienzo concreto parece un acertado punto de partida, amén de una declaración de intenciones. Así lo concibe la joven autora asturiana cuando elige Vista y plano de Toledo, una obra de la última época del cretense en la que el colorido se va apagando y se hace patente la rotunda presencia de elementos simbólicos que le dan cierto velo mítico y además contrastan, bajo un cielo de tormenta, con el milimétrico plano de esta magnífica ciudad, "perla en medio de la Península Ibérica" y crisol de culturas que reconciliaron Oriente y Occidente.



Paisaje esencial en el imaginario del Greco, Toledo se ubica también como escenario del presente relato sobre el que se va construyendo la estrecha relación entre el viejo pintor, abatido por las deudas y el peso de los años, y un muchacho que entra a su servicio como aprendiz en el estudio. De esta manera, se irán entreverando algunos personajes históricos con otros salidos de la imaginación de la escritora, como es el caso de este joven protagonista que pudo servir de modelo a la pintura. Por último no quisiéramos dejar de reconocer el gran trabajo realizado por Goyo Rodríguez a la hora de recrear los últimos diez años de vida de Doménikos Theotocópulos, gracias a ese particular lenguaje gráfico que ahora hace uso de tonos pardos para reflejar la etapa final del artista, y recurre a expresivas metáforas visuales que funden fantasía y realidad en un mismo plano.