En esta ocasión va ser Úrsula, una niña de once años que vive con su padre, bajita, miope, embustera y un poco rara, la que nos introduzca en su vida cuando está a punto de afrontar la enésima mudanza a un diminuto apartamento y el primer día de clase en la que ya es su escuela número cuatro. Y como a veces "el silencio me hacía mucho daño en la garganta" aclara, ante una clase atónita, que se trasladaron para despistar a la policía porque su madre era una fugitiva de la justicia y su padre astronauta. La imaginación desbordante de Mañas, versus Úrsula, hace que las fantasías le broten sin apenas darse cuenta, bien para no decepcionar a su padre (sus compañeros son estupendos y la adoran), para no mostrar una carencia o, sencillamente, para fabricarse una nueva identidad en el "glob" de Rebecca Paradise: una intrépida espía que cuenta en internet sus fabulosas correrías desenmascarando criminales de colegio en colegio.
Lidiar con los desplantes de Sofía -la hormiga reina de su clase- será más llevadero con la ayuda de Álex (el único compañero que parece hablar su mismo idioma), aunque a veces las trifulcas la lleven hasta el despacho del psicólogo de la escuela: uno de los personajes más divertidos de la novela que cura las dolencias de las niñas a través de fábulas un tanto surrealistas.
Descubrir una protagonista de carne y hueso con la que grandes y pequeños podemos empatizar, ahondar en el abismo que a veces media entre lo que pensamos de nosotros mismos y lo que deseamos ser, o mostrarnos cómo las mentiras de la ficción son capaces de revelar grandes verdades son solo algunos de los logros de esta divertidísima novela que seducirá a millones de lectores.