El parque cobra vida cuando llega Alberto con su botellita de zumo, su bocata de chorizo y una rosquilla para merendar. El niño abre la mochila, el parque abre los ojos y, de pronto, se siente acompañado. Por arte de magia aflorarán 75 gorriones, pajita en pico, que se precipitan sobre la botella dispuestos a liquidar el zumo, 247 peces que saltan a través de la rosquilla en plena acrobacia circense y otras tantas criaturas -desde una abuela sin su nieto a una uña con su dedo- que arrancarán la sonrisa el lector con ese humor del "nonsense" que dialoga a la perfección con la mirada infantil. Un álbum que celebra el juego, y estimula nuestra imaginación tanto por su disparatada historia como por el reto de unas ilustraciones de líneas geométricas que, bajo su apariencia sencilla, están cargadas de ingenio y originalidad.