¿Cómo leen los niños y adolescentes de hoy?
El cuarto Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, organizado por Fundación SM, reúne a autores, editores y expertos para hablar de las últimas tendencias de la LIJ
1 julio, 2020 09:33¿Por qué caminos transita hoy la literatura infantil y juvenil? ¿Hacia dónde se dirige? ¿Cómo influyen los nuevos medios y las redes sociales en qué y cómo leen las nuevas generaciones? ¿Se ha hecho un hueco la lectura entre series y videojuegos durante el confinamiento? A estas y otras preguntas tratarán de responder los expertos congregados en el Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, organizado por la Fundación SM, que se celebra de forma virtual y gratuita del 1 al 3 de julio en cilelij.es con el lema “Historias como nunca. Narrativas en un mundo hiperconectado”.
Entre los ponentes figura Barry Cunningham, el editor que descubrió a J. K. Rowling y Harry Potter, que hablará del poder de la literatura infantil y juvenil (LIJ) para comprender el mundo e imaginar uno mejor. Para el editor británico, el mayor reto actual de la LIJ es “animar a los niños a seguir leyendo en un mundo que da miedo para poder soñar con un futuro diferente”, explica a El Cultural. En cuanto a la lectura juvenil en el siglo XXI, considera que las redes sociales han ayudado a adolescentes de todo el mundo a descubrir “que no están solos” porque hay gente con sus mismas “preocupaciones y pasiones”.
La lectura durante el confinamiento
También participa en el congreso el mexicano Juan Villoro, que, además de ser uno de los escritores de literatura adulta más reconocidos en el ámbito hispanohablante, ha escrito también libros para niños y adolescentes como La gota gorda o El libro salvaje. Villoro disertará sobre el papel de la lectura en tiempos difíciles como los que estamos viviendo precisamente ahora. “No puedo generalizar ni tengo datos sobre todos los jóvenes del mundo, pero me parece obvio que han sobrellevado el tedio y la angustia del encierro gracias a formas de representación de la realidad que van de las plataformas digitales a las canciones, pasando por la lectura”, señala el escritor. “Como nunca, se ha confirmado la importancia de leer para soportar situaciones extremas. Esto lo sabían los presos, los naúfragos y los enfermos. Ahora lo sabe mucha más gente”.
Otro de los ponentes es Nando López, prolífico autor de La versión de Eric, novela con la que ganó el Premio Gran Angular hace dos meses, ya durante el estado de alarma, y finalista del Premio Nadal en 2010 con La edad de la ira. López no tiene duda de que durante el confinamiento la lectura ha desempeñado un papel muy importante en el día a día de los niños y adolescentes. “Personalmente, en mis redes sociales, me ha sorprendido la cantidad de adolescentes que me han escrito durante estas semanas con mensajes sobre mis novelas, adjuntando en muchas ocasiones páginas subrayadas o incluso dibujos de sus personajes”.
Tendencias actuales en la LIJ
En cuanto a las tendencias más interesantes de la LIJ, Villoro considera que “las más significativas son las mismas de siempre: el sentido del humor, la invención de mundos y palabras, la mezcla de exageración y lógica: una realidad desaforada que responde a leyes muy rigurosas. Eso es cierto para Gianni Rodari, Roald Dahl o Lewis Carroll, y para contemporáneos como la colombiana Yolanda Reyes y el mexicano Francisco Hinojosa”.
López, por su parte, señala: “La ficción es esencial en nuestra construcción personal y la juventud actual tiene interés en ella en todas sus formas: novelas, series, cómics, cine, videojuegos… Están habituados a muchas y muy diversas formas de discurso narrativo, lo que, como autor, considero que también me otorga una gran libertad creativa, de ahí que todos mis libros juveniles sean tan complejos en su estructura y en la definición de sus personajes como mis llamados libros adultos”.
“Lo que me parece más interesante en la LIJ actual —continúa López— es su diversidad de géneros. Se suele hablar de ella como un género en sí mismo, pero se olvida que, en realidad, se trata de una etiqueta que sólo alude a su receptor fundamental (que no único: un buen libro de LIJ puede ser disfrutado a cualquier edad) y en ella caben formas literarias y temáticas muy diversas. Entre sus líneas actuales me interesa, quizá porque es la que yo mismo practico, la literatura más realista, cada vez más diversa y cruda, muy alejada de la moralina de títulos de antaño; también las nuevas voces en la novela de fantasía, especialmente entre las autoras más jóvenes; y el despegue, aún incipiente, del teatro por y para adolescentes, con el que me siento muy vinculado en mi faceta de dramaturgo (con títulos como #malditos16 o La foto de los diez mil me gusta) y en el que muchos escritores estamos tratando de llenar un vacío que llevaba existiendo demasiado tiempo”.
Uno de los fenómenos más recientes en la difusión de la lectura es el de los booktubers, prescriptores de libros que, sin tener necesariamente formación como críticos, publican sus recomendaciones literarias en formato vídeo en YouTube y otras redes. Sobre este tema dará una charla la colombiana Isa Santos, del canal Crónicas de una Merodeadora, que tiene 93.000 suscriptores.
Por su parte, el especialista en cómic Álvaro Pons hablará de cómo este medio pasó de “enemigo público” a herramienta educativa. La editora Paloma Jover explicará en su conferencia qué son los libros de “lectura fácil”, versiones adaptadas para garantizar el acceso a la lectora de todas las personas independientemente de sus capacidades. Además, en el programa del congreso también hay charlas de editoriales y bibliotecas innovadoras, que expondrán su caso, y lecturas de autores como el poeta Javier Ruiz Taboada y una charla de la autora Andrea Valbuena sobre el auge de la poesía en las redes sociales.
La alianza entre texto e imagen
Entre los ponentes también figura Sophie van der Linden, escritora y especialista en libros ilustrados, que hablará de la evolución que este tipo de libros infantiles han tenido a lo largo de la historia a través de siete ejemplos, empezando por Struwwelpeter (1846), de Heinrich Hoffmann, que inventó este formato porque no encontraba ningún libro que pudiera interesarle a su hijo de tres años.
Además de contribuir a la educación visual de los niños y ayudarles a aprender a leer, en opinión de Van der Linden los álbumes ilustrados forjan también la empatía. "Al enfrentarnos a relatos de personajes, podemos comprender mejor a los demás. Por lo tanto, los lectores son a menudo más empáticos y benevolentes que la media", explica. "Sin embargo, no creo mucho en los libros que intentan transmitir mensajes o una moraleja. También en ese caso, las experiencias han mostrado que los niños no adoptan inmediatamente los comportamientos virtuosos que querrían enseñarles los libros".
Hoy muchos padres han renunciado a leer cuentos a sus hijos y han sustituido esa actividad por ponerles dibujos animados en sus teléfonos o tablets. Ante esta tendencia, Van der Linden opina que "no debemos enfrentar al libro contra las pantallas". "Los teléfonos están ahí, ocupando cada vez más espacio en nuestras vidas; sin duda, esto no lo podremos cambiar. Sin embargo, podemos ayudar a los padres a elegir contenidos digitales interesantes. Y también proponerles otros tipos de medios, por ejemplo, los audiolibros, con los que el niño está calmado mientras ejercita su imaginación".
Contagiar el interés por los clásicos
Nando López dará una clase magistral sobre cómo acercarse a los clásicos de la literatura y tratará de demostrar, a partir de cuatro autores —Lorca, Woolf, Cervantes y Zayas—, lo mucho que estos tienen que decir a las nuevas generaciones. “A través de cuatro de sus obras, hablaremos de cómo se establece un diálogo cercano, emocionante e incluso reivindicativo entre su tiempo y nuestro ahora, haciendo hincapié en cómo cuestiones como la lucha feminista, la visibilidad LGTBIQ o la búsqueda de la identidad están presentes en muchas de sus páginas”.
El escritor tiene muy claro cómo contagiar el interés por los clásicos a los jóvenes: “No podemos convertir los clásicos ni en listados que memorizar —así solo acabarán odiándolos— ni en lecturas imposibles”, señala. “Hay muchos modos de abordar clásicos como La vida es sueño, por ejemplo, pero si hablamos del rechazo que siente Segismundo por parte de su padre o de la lucha de Rosaura en una sociedad que la cuestiona y limita, seguro que encontraremos puntos de diálogo para que nuestros adolescentes quieran asomarse a ellos. La lectura de los clásicos a esas edades debe hacerse desde el acompañamiento y el debate, provocando su curiosidad —que es mucha— y ayudándoles a la vez a superar los obstáculos que el texto les pueda ofrecer”.
López opina, además, que para fomentar la lectura de los clásicos no es necesario adaptarlos, sino “anotarlos y explicarlos de modo que sean comprensibles”. “Nadie concebiría presentarnos una versión adaptada de Las Meninas, por ejemplo y, sin embargo, sí hay quien defiende hacer ediciones simplificadas de los clásicos literarios, algo que, al final, impone una visión personal del texto y condiciona inevitablemente nuestra interpretación del mismo”.
El futuro de la lectura
Vaticinar cómo será leerán los niños y los adolescentes en el futuro próximo es tan difícil como predecir el futuro de cualquier actividad condicionada por la tecnología. “Lo único que sé es que no dejarán de leer. El ser humano se entusiasma con las actas de defunción. Cuando surgió la fotografía se decretó la muerte de la pintura. El cine parecía acabar con el teatro; luego se pensó que el cine desaparecería con la televisión. Ahora el medio dominante es la realidad virtual, pero ninguna de las otras formas de entender la realidad ha desaparecido. Hace poco vi a dos chicos en el metro de Ciudad de México. Eran adolescentes, de extracción popular (nuestro metro es un sistema de segregación social). Los dos leían Farenheit 451, en dos ediciones distintas. En la novela de Bradbury los libros están amenazados, pero los rebeldes resisten por ellos. Sentí que ese vagón se dirigía al futuro: ahí se seguirá leyendo”.
“Llevamos mucho tiempo preguntándonos por la lectura del futuro pero, más allá de cuanto puedan cambiar los soportes, los niños y adolescentes del futuro seguirán buscando lo cualquier lector —de la edad que sea— ha buscado siempre: historias que, a través de la palabra, consigan conmovernos, emocionarnos e interpelarnos”, opina López. “Más allá de las tendencias y modas, la esencia del hecho literario sigue siendo la voluntad de comunicar, mediante un uso estético y expresivo del lenguaje, una visión particular del mundo que, gracias a la lectura, se vuelve universal. Y si hay un rasgo que caracteriza a los lectores jóvenes, una característica que tiene la culpa de que disfrute tanto escribiendo para ellos, es la pasión con el que se apropian de esas ficciones hasta hacerlas suyas. Nos empeñamos en creer que son menos lectores, pero ojalá los adultos leyésemos tanto y con tanta emoción como la adolescencia”.