Novela

Leyendo a Turguéniev

William Trevor

20 junio, 1999 02:00

Traducción de Mª Isabel Butler. Edhasa. Barcelona, 1999. 281 páginas, 2.400 pesetas

el modernismo supuso el abandono de la novela de ámbito rural a favor de otra de ámbito urbano. El Ulysses de Joyce fue en buena parte responsable de ello. Y es casualmente desde Irlanda de donde nos llega una de las novelas de temática rural más hermosas y sobrecogedoras que he leído en los últimos años. Se trata de Leyendo a Turguéniev de William Trevor. Trevor es uno de los autores irlandeses más importantes del momento y en su haber cuenta con títulos como Fools of Fortune (1983), The News of Irland (1986) o The Silence of the Garden (1989) y acumula una serie de premios que van desde el Whitbread hasta el Hawthornden.
Leyendo a Turguéniev cuenta la historia de Mary Louise Dallon, nacida en una familia de escasos recursos económicos, y su matrimonio con Elmer Quarry, propietario de la tienda del pueblo. La acción principal transcurre durante los años 50 en la Irlanda más profunda. Mary Louise vivía en una granja apartada y vio el matrimonio como una especie de liberación; además, el matrimonio le proporcionaba la posibilidad de trabajar como dependienta en una tienda, algo que siempre había añorado. Por desgracia, sus sueños son una quimera: Elmer no muestra especial interés marital por ella y por si fuera poco, sus hermanas piensan que hizo un mal matrimonio al casarse con una mujer de clase social más baja y hacen gala de una hostilidad propia de las solteronas que son. Además, Elmer comienza a frecuentar la taberna, y terminará por convertirse en un borrachín.
La protagonista sólo encontrará refugio y consuelo en las visitas semanales que hace a sus padres y sobre todo en las que efectúa a un primo enfermo, Robert, de quien estuvo enamorada en otro tiempo, volviendo a recuperar antiguos sentimientos. Cuando su primo le pregunta por qué se casó, ella contesta: "Nadie sabe realmente por qué se casa... Pensé que todo iría bien. Tenía la impresión de que ningún otro hombre se habría casado conmigo": Por desgracia Robert muere y la vida pierde todo sentido. Tan sólo leyendo a Turguéniev encuentra un cierto consuelo. Sin embargo, sus "excentricidades", según el prisma pueblerino de la comunidad, son interpretadas como síntoma de locura, por lo que es internada en un manicomio.
Probablemente más de un lector al leer este brevísimo resumen del argumento haya recordado dos obras de temática similar, Calle mayor de Sinclair Lewis y La novia llega a Yellow Sky de Stephen Crane, y en verdad que existe una pasmosa similitud con am-bas. Como Carol Kennicott,
Mary Louise encuentra el infierno donde ella creía que se hallaba el paraíso y ambas encuentran en la lectura la única posibilidad de catarsis. Eso sí, a diferencia de Lewis, Trevor no utiliza ni sátira ni ironía y su narración resulta mucho más descarnada. En cuanto al relato de Crane, encontramos la semejanza en el cambio de actitud de los protagonistas. Jack Potter entendió que los tiempos habían cambiado y que el pasado "cow-boy" ya no tenía sentido; similar es la actitud de Elmer Quarry al finalizar la novela, cuando decide sacar a su mujer del manicomio donde ha estado recluida treinta y cinco años.
Resulta interesante observar la evolución narrativa que se experimenta con el paso de los años. En los dos antecedentes referidos la acción transcurre de forma lineal mientras que en la novela de Trevor se encuentra fragmentada en dos momentos narrativos que se van alternando. El primero corresponde al matrimonio de Mary Louise y el segundo, en episodios mucho más breves, en lo que se podría denominar "entre capítulos", a los años que Mary Louise pasa en el manicomio. Una narración mucho más compleja y más sutil.
Pero no es exclusivamente en el estudio comparado donde apreciamos el verdadero valor de esta novela. Por si sola se basta y se sobra para despertar toda una serie de sensaciones y sentimientos que no recordaba desde que leyera la obra de otro irlandés: Cormac MacCarthy y sus Cenizas de ángela. William Trevor nos presenta toda una gama de personajes fracasados, amargados, que sobreviven llevando una vida sórdida y atenazados por unas ridículas convenciones sociales. La angustia que nos ha acompañado durante la lectura de la obra se ve mitigada en las últimas páginas. Los dos protagonistas logran liberarse de las cadenas que los han mantenido prisioneros durante años. Mary Louise no tiene temor alguno en decirle a su marido que quiere ser enterrada junto a su primo Robert porque fue el amor de su vida; Elmer, aunque no logra entender realmente a su mujer, entiende de forma intuitiva que fue en buena parte el culpable de cuanto aconteció. Una novela que atrapará al lector desde la primera página.