Novela

Hannibal

Thomas Harris

21 noviembre, 1999 01:00

Traducción de José Antonio Soriano, Grijalbo-Mondadori. Barcelona, 1999. 558 páginas, 3.200 pesetas

Algunas películas tienen la virtud de impactar de tal forma al espectador que por mucho tiempo que transcurra resulta imposible olvidarlas y "El silencio de los corderos" es sin duda una de ellas. Lo que tal vez alguien no sepa es que se basa en la novela de un autor norteamericano, Thomas Harris, que ya había publicado otras dos novelas, Domingo negro y El dragón rojo, las dos versionadas para el cine. Con El dragón rojo Harris iniciaba una trilogía -que algunos ya han bautizado como "La trilogía Lector"seguida con el mencionado Silencio de los corderos (1988) y completada con la recién publicada Hannibal donde volvemos a encontrarnos al perturbado doctor Lector y a la agente Clarice Starling sin olvidar al agente Jack Crawford.

La acción comienza siete años después de que Lecter (Hopkins) lograra escapar de la justicia. A Starling le queda poco de la popularidad ganada al resolver el caso de Jame Gumb (Buffalo Bill) y su situación empeora cuando durante una detención se ve obligada a matar a una mujer, traficante de drogas, que tenía a su bebé en brazos. Por desgracia para ella la televisión recogió las imágenes y su futuro se presenta incierto. Es entonces cuando recibe una carta de Lecter. Starling nunca había logrado olvidarlo, pero la misiva reaviva su interés.

Contará con el apoyo del acaudalado Mason Verger, un antiguo paciente de Lector y su sexta víctima, la única que logró sobrevivir, aunque Lector le indujo a cortarse la cara y arrojar la carne a los perros. Ahora Verger vive con el rostro desfigurado y pegado a una máquina que le ayuda a respirar. El único sentido de su vida es vengarse de su antiguo psiquiatra -ya tiene ideada la venganza, dejará que los cerdos se lo coman vivo- y utilizará a la agente Starling como cebo. Lecter vive escondido en Florencia con una identidad falsa y regresará de incógnito a los Estados Unidos (no se pierdan la escena de la "comida" en el avión). Pero no tengo ninguna intención de desvelarles el desenlace donde Harris parece hacer un guiño a una posible cuarta entrega y ni tan siquiera privarles de las sorpresas que les depararán los 103 breves capítulos que convierten a Harris en un autor comparable al mismísimo Stoker de Drácula.

Durante la lectura, el recuerdo de El silencio de los corderos nos acompaña continuamente. Resulta casi imposible no ver a Hopkins detrás de cada palabra, de cada elegante movimiento de Lecter, y lo mismo podríamos decir de Starllng (Foster) y Cravvford (Glenn). Ciertamente uno no sabe muy bien si ello representa una rémora o por el contrario potencia la intensidad de la acción.

Harris tiene la rara habilidad de presentarnos un mundo al revés y lograr que nos resulte totalmente natural. El monstruo, Lecter, se convierte en héroe y la víctima, Verger, en villano. Desde luego que tal apreciación no es el producto de un solo factor, sino que es el resultado de una sutilísima y a primera vista imperceptible caracterización de Lecter. La narración en tercera persona del plural nos acercará mucho más a la acción llegando a recrear la ilusión de que somos agentes en el desarrollo de la trama, pero será la "humanización" de Lecter, conocemos las barbaridades que los nazis hicieron con su familia, lo que llega a convertirlo en un personaje "entrañable". Además la relación Lecter-Sterling, articulada según el modelo Bella-Bestia, aleja a Lecter de modelos como el mencionado Drácula diseñado según el modelo "Caperucita-Lobo Feroz" que resultan mucho más "crueles" para el lector. Tampoco debemos obviar el agudo sentido del humor de Lecter; así por ejemplo en carta a su víctima le aconseja que se vacune contra la hepatitis porque "No quiero perderte antes de tiempo". Y hablando de tiempo, estoy seguro que los amantes de la literatura de suspense, terror y horror desearán que no transcurran otros once años para que Harris les regale una nueva entrega, sobre todo si es tan excitante como ésta. Ni que decir tiene que los cinéfilos no tardarán tanto en ver de nuevo a Lector "haciendo de las suyas" en la pantalla.