Novela

Omú

Herman Melville

28 noviembre, 1999 01:00

Traducción de Ana Poljak. Alba. Barcelona, 1999. 435 páginas, 3.600 pesetas

La novela participa de las características fundamentales de Melville, a saber, la continua alocución al lector, la frescura y el desenfado de la prosa y el contagioso vitalismo

Al hablar de Melville la referencia a Moby Dick se convierte en obligación insoslayable al tratarse de uno de los clásicos de la literatura no solo norteamericana sino universal. La anécdota de esta novela tiene que ver con su catalogación, hasta bien entrado el siglo XX, en la sección correspondiente a los cetáceos en la prestigiosa universidad de Yale. Obviamente poco o nada tiene que ver la novela con la biología marina y sí con la continua lucha entre el bien y el mal o las ambiciones, miserias y pasiones humanas que representan el capitán Ahab, Ishmael e incluso el propio Queequeg. Pero lo que sí utilizó Melville fueron sus recuerdos a bordo del "Acushnet", el ballenero que zarpó del puerto de New Beciford, Massachusetts, en enero de 1841 rumbo a los mares del sur y en el que se había enrolado a los 23 años. Con todo, no fue Moby Dick el único libro surgido de los recuerdos de aquel mítico viaje, sino la obra culminante de una serie de novelas donde se romantizaba sobre los acontecimientos acaecidos en aquellas lejanas tierras.

Typee (1846), la primera novela de Melville, fantaseaba sobre los cuatro meses que pasó cautivo de los caníbales Typees, y Omú (1847), que ahora se acaba de traducir a nuestro idioma, es en cierta forma una continuación de la primera, hasta el punto de que resulta imposible encontrar crítica académica de una sin referencias a la otra. En Omú encontramos a Paul Sailor, un híbrido entre el Ishmael de Moby Dick y el Billy de Billy Budd, que a bordo del "Julia" recorre distintas islas en los mares del sur. Su compañero de viaje es el antiguo médico del barco, Long Ghost. Paul se siente atraído por la cultura de aquellas gentes tan exóticas, pero el acontecimiento más importante del viaje es el motín de brazos caídos de los marineros.

La novela participa de las características fundamentales de Melville, a saber, la narración en primera persona, la continua alocución al lector, la frescura y el desenfado de la prosa y el contagioso vitalismo que logra hacernos sentirnos como marineros del "Julia". También se enmarca en la corriente literaria de la época en que fue escrito, dominada por la literatura de viajes y aventuras. Aunque Tahití esté en los antípodas de Granada, los recursos narrativos de Melville son prácticamente los mismos que encontramos en, por ejemplo, Los cuentos de La Alhambra de Washington Irving, publicados en 1832. Sin embargo, aunque estamos hablando de obras eminentemente románticas, tal caracterización tiene más que ver con una predisposición del autor, totalmente rendido ante los encantos y exotismo de unas tierras y gentes ajenas a los valores occidentales, que con conceptualizaciones respecto al género. Aún más, incluso es posible afirmar que existen más connotaciones narrativas de tipo realista que románticas. No en vano otros de los modelos narrativos que podemos encontrar en estas primeras novelas serán los escritos del capitán James Cook, a quien se cita en alguna ocasión, y Louis Antoine de Bougainville, ambos más interesados en describir que en ficcionar. Se trata de una literatura todavía ajena a todos aquellos tipos de complicaciones personales y existenciales que encontraremos en escritos posteriores; nada tiene que ver con Bartleby el escribiente, por ejemplo. Cierto es que en estas primeras narraciones Melville parece interesado en denunciar los excesos de la colonización occidental, pero si abordamos esta obra desde esa perspectiva corremos el riesgo de perder la verdadera esencia de la narración, algo que sí entendió Robert Louis Stevenson, a quien la lectura de Omú impulsó a viajar hasta los mares del sur.