Novela

Mason y Dixon

Thomas Pynchon

3 mayo, 2000 02:00

Traducción de Jordi Fibla. Tusquets. Barcelona, 2000. 958 páginas, 4.000 pesetas

Algunos pasajes de esta novela, en la que está lo mejor y lo peor de Pynchon, me han apasionado y sobrecogido... pero no me atrevería a recomendarla a más de media docena de amigos

¿Quién es Thomas Pynchon? Sin duda ésa es la pregunta del millón en las letras no sólo norteamericanas sino en toda la literatura mundial actual. Apenas si sabemos de él poco más que rumores y conjeturas. Lo único cierto es que nació en Long Island en 1937, que sirvió en la armada, estudió en Cornell y trabajó como redactor técnico para la Boeing en Seattle hasta que en 1963 publicó V. . Y desde entonces el misterio... Porque Pynchon es la mayor leyenda de las letras norteamericanas tanto por su vida como por su obra.

Lo leí por primera vez a comienzos de los 80, primero La subasta del lote 49, a continuación V. y El arco iris de la gravedad. ¿Qué más había escrito? Tan sólo relatos que posteriormente serían recopilados en un volumen titulado Slow Learner (Un lento aprendizaje, Tusquets), pero ninguna otra novela. Eso sí, se rumoreaba que estaba escribiendo la obra magna de las letras norteamericanas de fin de siglo y sus adeptos, resignados como quien pertenece a una secta, esperamos con paciencia, sabiendo que la espera y la incertidumbre forma parte del juego de quienes veneramos con la ceguera del adepto cuanto sale de la pluma del gurú.

Después de 17 años nos entregó Vineland (1990), que no logró entusiasmarnos como El arco iris de la gravedad aunque a nadie pareció importarle: a fin de cuentas, no era el tan esperado libro que venía anunciándose desde hacía más de dos décadas. Por fin en 1997 se publicó Mason and Dixon. La leí con la reverencia que uno trata lo sagrado... y quedé sobrecogido. El arco iris... continuaba (continúa) siendo la obra de Pynchon que más admiro; pero la que acababa de leer contenía el mejor Pynchon y también el peor; algo que ahora podrán comprobar los lectores hispanohablantes.

Mason y Dixon narra la vida y aventuras del astrónomo Charles Mason (1728-1786) y del topógrafo Jeremiah Dixon (1733-1779), que delimitaron las colonias del norte y el sur de los Estados Unidos en lo que ha venido en denominarse la línea Mason-Dixon de 233 millas, poniendo fin a las disputas entre los Estados de Pennsylvania y Maryland. Pero la línea Mason-Dixon, que separaba mucho más que dos Estados (colonias en ese momento), se convertirá en una metáfora de dos mundos, el libre del norte y el esclavista del sur; dos modelos sociales, el pragmático del norte y el romántico del sur; dos tipos sociales, la industrial del norte y la agraria del sur... Nos movemos de nuevo en ese mundo de dualidades que tanto gusta a Pynchon. Como duales son Mason y Dixon, una pareja literaria cuya dimensión artística es comparable a Huch y Jim en Las aventuras de Huckleberry Finn. El primero, viudo, añora a su difunta esposa Rebekah y piensa cómo podría mejorar las relaciones con sus dos hijos. Dixon es todo lo contrario, alegre, vividor y optimista. Se conocieron cuando la Real Sociedad de Astrónomos los envió para observar el transito de Venus desde el Cabo de Buena Esperanza, de forma que pudieran establecerse con precisión las latitudes terrestres. Ocupan este apartado las primeras 300 páginas de la novela y encontramos aquí "el peor Pynchon" al que me referí anteriormente, con una narración un tanto tediosa e intrascendente que no logran salvar ni tan siquiera las pinceladas de humor, como el pasaje de las ninfómanas que intentan seducir a Dixon.

Lo más sustancioso comienza cuando la pareja llega al Nuevo Mundo: nos encontramos en la Norteamérica pre-revolucionaria, a punto de iniciarse la Guerra de Independencia. Durante los cinco años en los que desarrollarán su trabajo, Mason y Dixon se encontrarán con todo tipo de gente, algunos intrascendentes como Armand Allegre, Zepho Beck o el chino Zhang; otros, históricos como Washington, Jefferson o Benjamin Franklin. Incluso Voltaire, un cafeinómano, aparece en las páginas de esta enciclopédica novela. De nuevo los dos polos historia-ficción como modelo articulatorio, como estructura funcional. Pynchon logra fundir uno y otro hasta el punto de que al lector le resulta difícil, casi imposible, discernir lo uno de lo otro. Con él, el posmodernismo llega a la conclusión de que no es posible reflejar un tipo de vida, unos acontecimientos. El autor posmoderno tan sólo puede versionar la realidad, pues la única seguridad es que todo son conjeturas.

Como no podía ser menos, la novela tiene un claro componente metaficcional e incluso intertextual. La historia de Mason y Dixon la conocemos principalmente a través del reverendo Wicks Cherrycoke 20 años después de que ocurrieran los hechos (también hay otros narradores como Timothy Tox e incluso el propio Pynchon). El reverendo Cherrycoke se ha trasladado a Filadelfia para asistir al funeral de Mason, 1786, cuando los EE.UU. ya son independientes. Por desgracia llega tarde para el funeral, pero decide quedarse unos días en casa de su hermana. Como si se tratara de una especie de pago, cuenta la historia de Mason y Dixon a los más pequeños de la casa. Nos encontramos de esta forma con una especie de sutil variación de Las mil y una noches con historias dentro de la historia, digresiones, aliteraciones y un sin fin de referencias literarias e históricas. En definitiva, la novela en todo su esplendor.

Ya confesé mi devoción, mi veneración por Pynchon, afirmé que en ella he encontrado lo mejor de su autor, que algunos pasajes me han apasionado y sobrecogido... pero no me atrevería a recomendar Mason y Dixon a más de media docena de amigos y colegas y por supuesto a quienes no temen el ejercicio de la lectura como un reto, como el más atractivo y formativo "tour de force".

La greta Garbo literaria

Considerado la Greta Garbo de las letras norteamericanas, Thomas Pynchon es, junto a Salinger, el gran enigma de las letras americanas. Un dato: a comienzos de los años 80, un pequeño periódico de California comenzó

a recibir cartas de una supuesta escritora,Wanda Tinasky, que criticaba despiadadamente a destacadas personalidades de la cultura norteamericana. El tono y fondo de aquellas misivas hizo creer a casi todos que tras Tinasky se escondía Pynchon, aunque el escritor lo negó todo. El misterio que le rodea parece ocultar una realidad nada exótica. Según su agente, lleva una vida tan convencional en Nueva York que no necesita disfraces.