Las fabulosas aventuras de Lidie Newton
Jane Smiley
11 octubre, 2000 02:00Aunque no fuera más que por su valor histórico, ya merecería la pena leer esta monumental obra. Smiley es una autora a la que no se debe perder de vista
Como viene siendo una constante en su narrativa, la línea argumental de esta última obra no tiene nada que ver con la de novelas anteriores. Ahora nos encontramos en el Oeste, a mediados de la década de 1850, poco antes de la guerra civil. La heroína es Lydia (Lidie) Harkness, quien, a sus veinte años, se resiste a asumir el papel que la sociedad atribuye a la mujer. Monta a caballo, dispara como un avezado vaquero y, por el contrario, ni sabe coser ni le interesa ninguna de las tareas tradicionalmente asignadas a la mujer. Por Quincy, Illinois, su pueblo, pasa Thomas Newton, un joven idealista y abolicionista bostoniano que se dirige a Kansas para oponerse a los esclavistas de Missouri. Lidie se casa con él y abraza con pasión los principios de su marido. La vida en Kansas, durante el período que se conoció como "Bloody Kansas" es terriblemente dura. El frío invierno y los enfrentamientos con los esclavistas causan numerosas bajas, entre ellas la de Thomas. Resuelta y decidida, Lidie se disfraza de hombre bajo el nombre de Lyman Arquette, y se infiltra en territorio enemigo con el fin de vengar la muerte de su esposo.
Hace un par de semanas, a propósito de Blonde, de J. C. Oates, alababa la investigación que sobre Marilyn había realizado la autora; pues bien, la de Smiley para escribir ésta es incluso superior. La recreación del período conocido como "antebellum" es magistral y, aunque no fuera más que por su valor histórico-social, ya merecería la pena leer esta monumental obra. Smiley ha superado al mismísimo Francis Brett Harte en su retrato del Oeste americano y el realismo de su historia logra crear la ilusión de encontrarnos ante un relato verídico.
No es sólo la recreación histórica lo interesante de esta novela. El personaje de Lidie Newton resulta atractivo y convincente. El paralelismo con Huck Finn es inevitable: el tema de la esclavitud como marco referencial, la caracterización picaresca del personaje con el consiguiente cambio de identidad y sexo, la huida con un esclavo negro... motiva que en todo momento tengamos en mente la inmortal novela de Twain. El problema con que Smiley se encuentra, y no siempre supera, es mantener la intensidad del relato. En algunos casos, fundamentalmente al final del "Libro primero", la tensión narrativa decae y la lectura resulta un tanto trabajosa, si me es permitida la expresión. Pero de nuevo en el libro segundo, cuando Lidie se decide a vengar la muerte de Thomas, volvemos a encontrarnos con la frescura e intensidad narrativa típica de Smiley, una autora, sin duda, a la que no se debe perder de vista.