Las ideas puras
Pablo D`Ors
20 diciembre, 2000 01:00Es una historia convencional pero con un tratamiento narrativo complejo donde transitan el amor y el sexo, la filosofía y la literatura, el plagio...
En Las ideas puras se desarrolla una historia convencional en sus aspectos externos pero con un tratamiento narrativo complejo en su estructura interna. El protagonista es un profesor alemán de filosofía que, a sus 50 año da clases en una academia donde experimenta una irresistible atracción por una adolescente de 16 años. Quiere ser Wittgenstein, pero sus alumnos le llaman Platón, y él los atiende con nombres de admirados filósofos. Como don Quijote en su visionaria creación de la realidad, bautiza a su amada con el nombre de Edita, en honor de la monja discípula de Husserl, y vive una relación de amor y sexo que incluye a la hija y a la madre. Con lo cual pasamos de Cervantes a Nabokov, tan cervantino él mismo, y a su Lolita, con la que tantas conexiones presenta la obra de d´Ors. Pero sus aspiraciones van más allá de una aventura amorosa con enfoque grotesco, a la vez intelectual y humorístico. Sus aspectos temáticos se complican en torno a la dicotomía conocimiento y vida. El pensamiento constituye la dedicación del protagonista hasta que la vida impone sus exigencias. Al final, después de elaborar sus especulaciones en Corpus Editae y de haber entrado en el cuerpo de la ninfa, el significado profundo de la novela se centra en el interrogante existencial acerca de la primacía de la vida o el pensamiento.
Teoría y práctica se dan la mano en el tratamiento de temas universales como el amor y el sexo, la filosofía y la literatura, la imitación y el plagio, la locura y el desdoblamiento de personalidad, todos ellos vertebrados por el binomio central vida y pensamiento. El desdoblamiento de personalidad facilita al protagonista y narrador en primera persona camuflarse en la tercera para poder analizar el proceso desde dentro y desde fuera. La composición se anuda por medio de simetrías como la establecida entre "Cinco lecciones de filosofía" y "La regresión de la carne", con su invertida revisión temporal en cinco estadios de la vida del protagonista hasta sus balbuceos infantiles, al final del libro III. Esto añade una especie de educación sentimental que explica mejor el presente del protagonista. A pesar de lo cual creo que el autor se le ha ido la mano en la dispersión de materiales. No es fácil integrar un descenso a los abismos de la vida con el referente de la historia de la filosofía en clave grotesca y lúdica. Pero tales reparos no empañan el mérito de una novela ambiciosa que confirma a un autor con futuro.