Lucie en el bosque con estas...
PETER HANDKE
11 julio, 2001 02:00Hace un par de años hablábamos desde estas mismas páginas de El año que pasé en la bahía de nadie, del austriaco Handke, y ya entonces comentábamos el singular modelo narrativo del autor. Handke no sólo se había enfrentado dialécticamente a los grandes nombres de la literatura germana actual, como Büll o Grass, sino que su literatura resultaba ser una radical alteración de los postulados, de los cimientos, sobre los que se había asentado la literatura centroeuropea de décadas precedentes.
El nuevo título de Peter Handke, Lucie en el bosque con estas cosas de ahí, continúa la misma línea formal que ya conocemos de entregas anteriores. Eso sí, sin el empaque ni la consistencia de aquellas. En este caso se trataría de un cuento, o, en el mejor de los casos, una novella, sin la complejidad estructural de La mujer zurda o El largo camino a casa.Acabo de utilizar el término cuento en el sentido más amplio de la palabra, pues no sólo su extensión, sino su forma, contenido y elementos constituyentes se asemejan poderosísimamente a aquellos propios de los cuentos tradicionales. Aunque la acción transcurre en el momento actual, el lector tiene la sensación de haber sido trasladado a un mundo de hadas y duendecillos más propio del romanticismo de épocas pretéritas que del pragmatismo de la actual. La protagonista de la historia es Lucie, una niña de siete años que vive con sus padres en un pequeño pueblo cerca del bosque y del mar. La madre trabaja en la policía, es atractiva, limpia, enérgica y resuelta, en tanto que el padre es todo lo contrario, inseguro y dubitativo, trabaja de jardinero y su aspecto es bastante desaseado. Le gusta pasear por el bosque recogiendo setas y cuanto la naturaleza depara y suele hablar con frases larguísimas que resultan incomprensibles. No resulta extraño que Lucie sienta una mayor atracción por su madre que por el padre. Sin embargo, la niña comienza a parecerse progresivamente al padre. Un día, sin previo aviso, el padre es detenido; él, como la mayoría de sus vecinos son exiliados, y Lucie va a hablar con el rey para que lo liberase. Lleva con ella un canastillo de setas, que resulta ser el plato preferido del rey...
Las aproximaciones al texto pueden ser tremendamente diversas: parece tratarse de una metáfora, pero al mismo tiempo la experimentación narrativa es la piedra angular del relato. Desde la primera frase, "Lucie se llamaba en realidad de otra manera" nos encontramos atrapados en un mundo de dualidades, aquellas de la realidad-fantasía; la montaña y el mar, el padre y la madre; la seguridad y la incertidumbre... Y es esa continua incertidumbre la que acompaña el proceso de maduración de la protagonista, en lo que resulta ser un auténtico "Bildungsroman". Lucie en el bosque... es un relato que será convenientemente explotado por la nueva escuela de ecocríticos.