Trece campanadas
Suso de Toro
26 diciembre, 2002 01:00Suso de Toro. Foto: M.R.
Esta novela debe marcar la consagración de Suso de Toro entre el público lector español. Es una buena novela, la mejor de su autor y una de las más importantes publicadas en Galicia en los últimos diez años.Su alto mérito literario radica en su riqueza de pensamiento y la amenidad de su intriga, la diversidad de sus procedimientos técnicos y registros estilísticos, su artística integración de varias modalidades narrativas y el aprovechamiento de la milenaria ciudad de Santiago como espacio novelístico de infinitas posibilidades en su perenne combinación de historia y leyenda, tradición y modernidad, magia y religiosidad, arte y cultura.
La construcción del texto se basa en el recurso del manuscrito encontrado en un disquete. En una nota inicial el autor, "natural de Santiago y vecino de la ciudad", se presenta como "padrastro" y "editor" de la historia extraordinaria que Celia le envió para que la publicase bajo su nombre y sin mencionar el de ella. A partir de aquí se abre un fecundo juego de narradores y paranarradores que propician el perspectivismo que sustenta la verosimilitud artística del discurso. Celia es autora de la novela, pero también aparece como personaje importante. Su proteico relato se completa por medio de un narrador omnisciente que cuenta lo que otros narradores en primera persona no pueden haber conocido. Entre estos destaca la narración en forma de confesión del platero Ramírez, expulsado de la cofradía del Santo Sepulcro, a la que dice defender con sus investigaciones sobre la personalidad de Xacobe, el testimonio del neurólogo compañero de colegio de Xacobe, el monólogo del Maestro Mateo con sus lamentos y promesas de rebeldía eterna; el chateo por internet entre Xacobe y Esmeralda y el testimonio del autor-editor.
Este perspectivismo, fundado en la alternancia de narradores, favorece la combinación de ingredientes heterogéneos en un texto unitario. Se armonizan así materiales fantásticos propios de la novela gótica, con muertes en extrañas circunstancias y signos demoníacos; investigaciones características de la novela negra, con las averiguaciones del platero Ramírez y la ayuda de Celia, después de su relación amorosa con Xacobe; y un componente de metanovela con su autocrítica diseminada, además de en la nota inicial del autor, en los diálogos entre Xacobe y Celia acerca del guión que esta le ha entregado sobre la leyenda compostelana de las campanadas de la torre Berenguela y su símbolo de hora demoníaca, que Xacobe recibe con inquietud porque allí se cuenta su propia maldición diabólica.
La fusión de realismo y fantasía, con la levítica realidad de Santiago, reconocible, con las figuraciones del Mal reencarnadas en este espacio laberíntico de sueño y fantasmagoría, es reforzada por las cualidades imaginativas de los narradores y personajes principales. Pues Celia es escritora y guionista de cine y televisión; de Ramírez dice un canónigo que tiene una mente calenturienta; el neurólogo posee capacidades paranormales; y la genialidad del Maestro Mateo se involucra en un pacto demoníaco del que dan cuenta los documentos. El resultado es un texto que garantiza el placer de lectura tanto para quienes disfrutan con la suspensión de una intriga bien graduada como para los más exigentes en la búsqueda de conocimiento a través de una historia que nos sumerge en la memoria de una ciudad, desde el apóstol Santiago, hasta este moderno Xacobe, productor de cine en tiempos de Internet y teléfonos móviles vibradores incluso en la sotana de algún canónigo.