Sigfrido. Un idilio negro
Harry Mulisch
24 abril, 2003 02:00Harry Mulisch
Las novelas de Harry Mulisch (Holanda, 1927) reúnen las mejores cualidades de la literatura centroeuropea. Su pretensión de transformar la novela en un análisis de la cultura, capaz de integrar los aspectos míticos y simbólicos, recuerda poderosamente a Thomas Mann.No es una comparación gratuita. Mulisch se introduce a sí mismo en el relato mediante Rudolf Herter, un escritor holandés. Cuando un lector le interroga sobre sus modelos literarios, Herter invoca al creador del Doktor Faustus, lo cual -en un libro repleto de paralelismos- no es casual, pues Mann no ocultó su propósito de elucidar las causas que habían arrojado al pueblo alemán en brazos de la utopía totalitaria. Mulisch se propone continuar este proyecto, analizando la figura de Hitler. Este planteamiento se articula mediante la invención de un hijo imaginario engendrado por Hitler y Eva Braun. Sigfrido hereda su nombre de la mitología germánica, pero crece como hijo de unos sirvientes que años más tarde revelarán su existencia a Herter. Un supuesto diario de Eva Braun completa una historia que redunda en el viejo problema teológico sobre la existencia del Mal.
Las conclusiones de Herter son asombrosas. Hitler es la perfecta encarnación del nihilismo. Su única ambición es la destrucción total de la humanidad. Hitler consuma la herencia de Nietzsche. El cerebro del filósofo se vació en el útero que engendró a Hitler. Su carácter inhumano sólo es la prueba de su deficiencia ontológica. Cuando Nietzsche presagiaba que su nombre se asociaría con el recuerdo de algo monstruoso, sólo anticipaba el espanto de la Solución Final. Mulisch no rehuye la polémica. No sólo Nietzsche o Wagner, cuyo antisemitismo bordea la caricatura, sino también Heidegger e incluso Eckhart se encontrarían entre los nutrientes del nazismo, cuya utopía se parece a esa exaltación de la nada donde confluyen la ontología y la mística de la noche oscura.
Mulisch es un firme candidato al Nobel. Es indudable que su literatura merecería ese reconocimiento. A pesar de la gravedad de los materiales empleados, Mulisch imprime a sus novelas una notable agilidad, gracias a la cual logra crear y mantener la expectación desde la primera página. Su tendencia a mezclar ficción y biografía, infringiendo los cánones realistas, corroboran la originalidad de una obra donde se funden la perspectiva filosófica y literaria. Sigfrido nos ayuda a comprender que el deseo de aniquilación no es menos humano que la voluntad de crear.