Image: Nana

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Novela

Nana

Chuck Palahniuk

24 julio, 2003 02:00

Chuck Palahniuk. Foto: C. Saunders

Trad. J. Calvo. Mondadori. 261 págs, 18’70 e. Monstruos invisibles. De Bolsillo. 267 págs, 8’46 e.

Atención. Si todavía estás en tu oficina, si te encuentras en la ciudad sumergido en una burbuja de calor. O si ya estás en la playa, te propongo que repares en estas dos novelas de Chuk Palahniuk, tal vez el más gamberro de los jóvenes escritores norteamericanos.

Meterse en su literatura es bucear en los ángulos más perversos de nuestra realidad, pero con una sonrisa que ocupa de parte a parte tu cerebro, con un estilo hilarante y desquiciado que sobrecoge por su extraña brillantez aterradora. Sólo hay que recordar otros anteriores artefactos suyos (El club de la lucha, El superviviente, Asfixia) para saber que Palahniuk nunca decepciona.

Carl Streator, el periodista de Nana, descubre que un poema infantil que aparece en una antología de insulsos poemas infantiles es un arma mortífera capaz de matar a la gente con sólo repetirlo memorísticamente delante de la víctima. Sólo después de comprobar sus efectos devastadores, se plantea qué hacer: ¿destruir los quinientos ejemplares de la edición del libro o utilizar su hechizo como una forma de poder? Palahniuk recurre a una hibridación de géneros para construir esta alegoría sobre el poder de la palabra y la información y mezcla el género del horror o esos toques de ciencia ficción para construir una historia disfuncional acechada por una omnipresente violencia. Una violencia no sólo argumental sino también verbal que nos cuenta Shanon en Monstruos invisibles, quien una vez que ha sido desfigurada a causa de un accidente se lanza a una búsqueda desenfrenada de su destino, percibiendo que el destino es una alucinación continua y que al final sólo basta con un poco de amor. Así es el mundo de Palahniuk, un mundo de urgencias psicóticas y humorismo brillante, de desenfadado non future. Nadie hay más brutalmente tierno que él en la joven ficción norteamericana. Con él está asegurada la diversión.

Si quieres gozar de un autor de primera magnitud, de dos historias inmensas y provocativas cuyo poder de perturbación es equiparable a su feroz lirismo, acércate a Palahniuk: es un escritor que tiene cogida la medida a nuestro tiempo.