Image: La mula

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Novela

La mula

Juan Eslava Galán

31 julio, 2003 02:00

Juan Eslava Galán. Foto: Matías Costa

Planeta. Barcelona, 2003. 272 páginas, 18 euros

Esta novela de Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948), ganador de los premios Planeta, Ateneo de Sevilla y Fernando Lara, recrea unos episodios de la Guerra Civil con enfoque humorístico basado en la parodia y la caricatura.

No es una novela sobre la Guerra Civil, sino que aprovecha la guerra como marco de situaciones y experiencias de algunos soldados de extracción social popular. Por eso la guerra y los dos bandos enfrentados componen un deliberado contraste con la vecindad y camaradería de soldados del frente del ejército franquista que se reúnen con los del republicano, renovando sus anteriores relaciones de amistad.

En dicho marco histórico de la guerra, aquí delimitada en el frente de Sierra Morena, con mención expresa de lugares de la provincia de Jaén, la novela se centra en la figura de un cabo acemilero del regimiento de la Falange de Canarias y en los afanes que lo animan en su lucha en el bando sublevado, al que se pasó desde la zona roja. Juan Castro Pérez es, como sus padres, criado en la finca del Marqués de la Pineda. Pero guiado por su instinto de supervivencia y por su alma de siervo se pasa al ejército sublevado.
En los últimos meses de la guerra encuentra una mula, que quiere conservar sin declarar para quedarse con ella cuando acabe la contienda. Ahí están todos sus afanes. Y la novela da cuenta de lo que le ocurrre desde junio de 1938 hasta el final de la guerra, con su regreso a Jaén, ya liberada, y a la finca del marqués. Pero sin su único botín, la mula, descubierta y anotada en el último inventario. Y sin su prometida, que lo abandonó por un brigada con mejor porvenir.

Se trata de una novela divertida. Aunque tarda en decantarse por un tono de comicidad y humor, por más que se trate de un acemilero de derechas por ignorancia y aunque soldados de ambos frentes se reúnan para cambiar cosas. Como novela humorística, que pretende caricaturizar la guerra absurda entre soldados vecinos, muchos de los cuales no entienden lo que sucede, acumula bastantes páginas sin decidirse por el tono que luego será predominante. En realidad no se decanta hacia la caricatura y el humor hasta el capítulo 20, cuando unos soldados republicanos se entregan al ingenuo acemilero para que los haga prisioneros y así salvar el pellejo. Con la debida invención de la realidad, mediante un reportaje manipulado por un periodista de ABC que convierte el suceso en un lance épico, el antihéroe protagonista se ve transformado en un héroe sin querer.

Ahí está lo más gracioso de la novela. A partir de la situación del nuevo héroe por la invención del periódico, los acontecimientos de disparan en una cadena grotesca que encauza el texto por el camino del humor, la desmitificación, la caricatura y el disparate. Pues el mulero convertido en héroe viaja a Burgos para ser condecorado por Franco en una grotesca ceremonia, después de haber rodado en Córdoba su proeza en un documental no menos grotesco, para la televisión alemana. En Burgos el protagonista vive una grotesca relación sexual con una falangista deseosa de músculo obrero. Y comprueba cómo, de nuevo en su regimiento, la joven que lo había abandonado por haberle mentido sobre su origen familiar, lo recibe ahora con los brazos abiertos. Todo resulta como si el mundo se volviera del revés: héroes que no lo son, soldados enemigos que tampoco lo son, amores que se rompen por mentiras y se renuevan con engaños. Al final toda la novela constituye una desmitificación de la guerra, que unos hacen por intereses y otros padecen en su necesidad de sobrevivir. En el fondo puede leerse también como un canto pacifista. Pues toda la épica del belicismo resulta hueca, falsa, ridícula. Y cuando la guerra se acaba sólo queda la verdad del llanto del protagonista ante el cadáver del miliciano vecino y amigo muerto en la desbandada última del ejército rojo. Ni siquiera la mula le han permitido conservar como mísero botín de su participación en una lucha que este simple cuidador de bestias nunca entendió. Para él todo fue una estafa.