El origen perdido
Matilde Asensi
4 septiembre, 2003 02:00Matilde Asensi. Foto: Pablo Viñas
Según informa la solapa de El origen perdido, la alicantina Matilde Asensi es una narradora veterana, varias veces premiada, que ya ha publicado tres novelas de éxito. Así que esta nueva obra supone la confirmación de una fabuladora con inu-suales dotes imaginativas.Apostaría algo a que en ella está el germen de su cultivo sin restricciones del viejísimo arte de inventar peripecias en este nuevo libro suyo.
En la estela del clásico relato bizantino, donde toda sorpresa es lícita y posible, Asensi presenta ahí una gruesa novela de aventuras, de configuración muy tradicional, bañada en el relativismo postmoderno que predica la mezcla, mestizaje y confusión de todos los géneros. De este modo, y dicho con desenfado, tenemos en El origen perdido una cabal muestra de novela macedonia: narración de misterios suburbanos, de intriga semipoliciaca, de fanta ficción, de historia legendaria y mítica, de costumbrismo de tiempos pretéritos, de caballerías modernas, de viajes aventureros, de magia.., y, para que no falte de nada, de amor bastante rosa.
Estos componentes los maneja la autora con mucha destreza constructiva, en buena medida porque no tiene reparo en utilizar sin prejuicios los recursos de la literatura popular en apoyo de una acción incesante. En su línea básica, presenta un argumento lineal. Un hacker multimillonario emprende viaje a la selva amazónica en busca del milagroso remedio que sane a su hermano, un profesor universitario víctima de un maleficio relacionado con sus investigaciones arqueológicas. Tras innumerables y refinados peligros, el éxito corona la empresa. Este moderno Ulises, caído del caballo de la tecnología como un san Pablo de nuestros días, regresa a Itaca, lleno de sabiduría fundamental, y como ninguna Penélope le espera (hasta la fecha ha sido un lobo solitario entregado a la informática), se junta con la sabia Dulcinea que ha compartido el viaje. Ese esquema argumental da pie a dos órdenes de elementos. Unos pertenecen al campo de la acción. Nada puedo detallar al respecto, pues ocurren demasiados hechos espectaculares, y me contentaré con anotar que empalidecen los de Indiana Jones. La novela toma el rumbo de la fantasía pura y la realidad corriente vale como contraste intencionado para insinuar el sentido último de los sucesos. Hay que leerla, pues, con los peculiares criterios de la verosimilitud literaria y entregarse al incesante discurrir del misterio peligroso y a la intriga que no se desvela hasta el final. La otra línea se carga de guiños intelectuales, de problemas más o menos graves, y de inquietudes de fondo filosófico. Al hilo de la peripecia se habla de la colonización de América, del poder de las palabras para crear la realidad, de los orígenes del universo, del evolucionismo darwiniano, del enfrenta- mien entre tecnología y espíritu...
En suma, Matilde Asensi construye un relato de consumo con pretensiones culturales. Más que auténticos personajes, diseña arquetipos: la buena que parece mala o el héroe infatigable y sus simpáticos compañeros. También hace divulgación histórica o científica. Y se recrea en el viaje tenebroso. Son ejemplos de un enfoque que pretende atrapar en las redes de la ficción a un lector poco exigente, y que, con diversos niveles de calidad, se está convirtiendo en una tendencia de nuestra reciente narrativa: un best seller con aires especulativos. No pertenece esta novela de Asensi a la gran literatura, pero... Pero resulta curiosa, se lee sin desfallecimiento, a pesar de algunos excesos descriptivos, y proporciona largos y placenteros ratos de digno entretenimiento.