La memoria, la historia, el olvido
Paul Ricoeur
4 septiembre, 2003 02:00Paul Ricoeur
A lo largo del último medio siglo Paul Ricoeur ha construido una obra filosófica de largo aliento y notable protagonismo en las encrucijadas del pensamiento contemporáneo, del que es hoy una figura realmente central.Paso a paso, Ricoeur ha recorrido, en efecto, el complejo camino que lleva desde una fenomenología existencial originaria volcada a "la exploración de la experiencia viva y de sus significaciones" a la roturación hermenéutica del "yo" en cuanto un "sí-mismo" reflexivo que todos compartimos y que puede, en consecuencia, ser asumido como otro, como "un otro". Y en los múltiples recodos de ese quehacer itinerante y capaz siempre de evolución -en el que, tal vez por eso, la problemática de la narración histórica ha jugado el papel de una suerte de hilo conductor-, ha consumado un diálogo verdaderamente único con las tradiciones más poderosas del pensamiento de nuestro siglo: de las investigaciones de Wittgenstein a las de la fenomenología husserliana, de los trabajos de la escuela bultmanniana y demás escuelas de exégesis neotestamentaria a los de historia comparada de las religiones y de antropología que se ocupan del mito, el rito y la creencia, del psicoanálisis, en fin, al estructuralismo. Con frutos que han alcanzado ya el carácter de clásicos, como su lectura de Freud en términos de reinterpretación de la totalidad de los productos psíquicos que pertenecen al dominio de la cultura -desde el sueño a la religión pasando por el arte y la moral- o su memorable cala hermenéutica, al hilo del análisis del tiempo en el relato histórico y en el relato de ficción, en la estructura temporal de la experiencia humana.
El propio Ricoeur ha podido, pues, autodefinirse con toda justicia como filósofo "en camino", en el camino indagatorio de una "gran" filosofía de la acción y del lenguaje "capaz de dar cuenta de las múltiples funciones del significar humano" y de las relaciones entre el decir y el hacer. Y siempre desde una perspectiva hermenéutica. Pero la hermenéutica de Ricoeur no es principalmente metodológica, como la de Betti, ni ontológica al modo de Gadamer, sino "crítica". Partiendo del reconocimiento de que el problema de la pretensión de verdad remite al de la interpretación de los plexos de sentido generados por la historia humana, Ricoeur no se ha contentado, en efecto, con su mero desvelamiento, sino que como buen "filósofo de la sospecha" ha puesto en cuestión tales pretensiones. A conciencia, claro es, de que la multiplicidad de sentidos es un rasgo constitutivo de lospropios símbolos, como lo es su referencia a algo que está fuera de ellos mismos, esto es, su capacidad intencional. Descifrando, pues, ese lado oscuro, ese "otro" que subyace a todo decir primario, esa clave intrincada y siempre cambiante que representa el hecho elemental y terrible de que las cosas no son lo que parecen ni nuestro decir dice lo que a simple vista parece decir, Ricoeur ha roturado implacable y minuciosamente ese reino que a la vez que se nos ofrece, se nos niega. Y que exige, por lo tanto, ser interpretado. Su obra es, en este sentido, la de un humanista situado más allá de los humanismos directos o "inocentes" y capaz de iluminar siempre, al menos programáticamente, el envés de la historia, personal y colectiva. Humanista hasta la médula es, ciertamente, esa sostenida preocupación suya tanto por la memoria, en todas sus dimensiones, y por la necesidad de una memoria justa alentada por una política de la "justa memoria", como por el olvido y el perdón. La memoria nos constituye; es uno de los ejes de nuestra identidad. Pero no parece que sin olvido y, sobre todo, sin perdón pudiera resultar la posible vida.
Por todo ello, y por estar escrito con un dominio de los conceptos y de los recursos metodológicos propios que sólo puede darse en la madurez absoluta de un autor, La memoria, la historia, el olvido se ofrece al lector, en cierto modo, como un testamento filosófico. Con afán totalizador Ricoeur elabora en él una cabal fenomenología de la memoria y de los actos memónicos, reconstruye -sistematizando resultados de sus obras anteriores- los grandes temas/problemas de la epistemología de las ciencias históricas y medita, finalmente, sobre el olvido. O lo que es igual, profundiza, con la fuerza de quien es capaz de sumergirse sin falsas cautelas ni reservas en aguas profundas, en esa hermenéutica de la condición humana, en cuanto condición histórica, a cuya interpretación ha dedicado lo mejor de su esfuerzo decenio tras decenio. En el bien entendido, claro es, de que entre estas partes existe un nexo orgánico evidente: "una problemática común recorre, en efecto, la fenomenología de la memoria, la epistemología de la historia y la hermenéutica de la condición histórica: la de la representación del pasado. La pregunta se plantea en su radicalidad desde la investigación del aspecto objetal de la memoria: ¿qué sucede con el enigma de una imagen... que se muestra como presencia de una cosa ausente marcada con el sello de lo anterior?" Por una vez una gran pregunta recibe una respuesta adecuada, nos atreveríamos a afirmar al cerrar un libro qu eno dejará indiferentes a quienes aún se sienten interpelados por el inextinguible enigma de la condición humana. Pero eso es algo que cada lector deberá hacer suyo a su manera.
Paul Ricoeur (Valence, Francia, 1913) es uno de los exponentes máximos de la filosofía hermenéutica europea. Profesor en las universidades de Estrasburgo (1950-55), Sorbona (56-66), Nanterre (66-1978) y Chicago, introdujo en Francia el pensamiento de Husserl, y su objetivo es llegar a identificar el ser del yo. Entre sus obras destacan Historia y verdad, El discurso de la acción, Pensar la Biblia, De otro modo y Lo que nos hace pensar...