Natura morta
Josef Winkler
4 septiembre, 2003 02:00De hecho, ahí reside el grave problema de esta novela corta, en el modo tan explícito como banal en el que su autor pretende convencernos de lo terrible que resulta el mundo. En este caso su ojo deformado se fija en un mercado romano para convertirlo en una sala de tortura en la que todo acaba siendo destripado por una oscura fuerza decidida a aniquilar la totalidad de lo vivo.
La excelente traducción de Miguel Saénz permite intuir que el autor domina el idioma, pero eso mismo se convierte en una trampa cuando se pierde el más elemental sentido del equilibrio entre la forma y aquello que se quiere contar. Un narrador omnisciente, que se jacta de ser un patético voyeur, nos traslada la vida-muerte de algunos personajes que apenas conseguimos visualizar y de uno concreto, Picoletto, que trabaja en el mercado y acaba siendo atropellado por un coche de bomberos. No hay hilo argumental, las repeticiones matan el ritmo narrativo del texto y las imágenes apenas consiguen provocar en el lector una mueca de asco y aburrimiento.
Saénz ha afirmado que, muerto Thomas Bernhard, Winkler "reúne todos los requisitos para convertirse en un autor de culto". Me temo que las cosas no son tan fáciles. A diferencia de la Bachmann o de Peter Handke, Winkler parece incapaz de descubrir gran cosa en ese lado oscuro de la vida que tanto fascina a los austríacos.