Image: La tradición de Kandinsky

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Novela

La tradición de Kandinsky

Ramón Saizarbitoria

11 diciembre, 2003 01:00

Ramón Saizarbitoria. Foto: Julio Carlos

Ed. bilingöe. Palas Atenea. Madrid, 2003. 160 págs, 12 euros

Ramón Saizarbitoria (San Sebastián, 1944) es uno de los principales escritores vascos que contribuyeron a la modernización de la literatura en eusquera.

A finales de los 60 y comienzos de los 70 un grupo de escritores impulsó la renovación de aquella narrativa por vía de la experimentación, que en Saizarbitoria se manifestó en su acercamiento al nouveau roman francés, como se refleja en su primera novela, Porque el día comienza cada día (1969). Desde entonces su trayectoria narrativa se desarrolla en dos etapas: la primera, experimental, en los años 70 y la segunda, más personal y con mayor afirmación de sus posibilidades narrativas, iniciada, tras casi veinte años de silencio, con Los pasos incontables (1995), novela generacional de la resistencia antifranquista y de la nueva configuración cultural de la sociedad vasca. Así lo explica Jon Kortazar en el esclarecedor prólogo de esta edición.

Se trata de una novela corta en la cual se abordan algunos de los temas fundamentales en la narrativa de Saizarbitoria. Destacan aquí la esencial inaprehensibilidad de la realidad, la dificultad de comunicación en las relaciones humanas, la iniciación en el amor y el sexo, el juego narrativo en la exploración de las posibilidades entre la verdad y la ficción. La principal novedad reside en que todo el relato está contado desde la voz y la visión de la protagonista, una mujer joven que da cuenta de su proceso de aprendizaje en el amor y el sexo.

Miren ha cumplido 18 años, no ha tenido relaciones con chicos y fantasea con un amor imaginario al que da el nombre de Manuel. En la Nochevieja conoce a Aitor, nombre soñado por ella para el hombre con quien casarse. Al cabo de algún tiempo Miren tiene su primera relación sexual con Aitor. Pero todo es frustrante. Luego descubre que Aitor se llama en realidad Manuel. Y en su retiro en el pueblo Miren conoce al joven bibliotecario Manuel. La novela comienza con el juego surgido de una tradición legendaria que en el caso de la mujer de Kandinsky se hizo realidad. Miren la adopta en el País Vasco. Fantasea con su amor imaginario Manuel y juega a conocer a Aitor. El contraste entre el idealizado Manuel y el real Aitor sirve para representar el deseo de Miren y la realidad en que vive. Pero la dificultad de señalar fronteras, siempre borrosas, entre ficción y realidad se mantiene en la duplicidad de Miren-María y Aitor-Manuel. Azar y destino, ficción y realidad confluyen así en la vida, pues, al cabo, Miren se identifica ante el joven bibliotecario con el nombre oficial de María, aunque todo el mundo la llama Miren. Y este Manuel reúne cualidades del que ella había imaginado. Para volver al comienzo sólo falta formular otra vez la tradición rusa que ambos conocen. Así se cierra la novela como tal y se abre otra historia entre los dos jóvenes, con la importante novedad de que ahora esta relación queda planteada sobre la verdad. Aun así, ¿dónde acaba la realidad y empieza la ficción? Imposible delimitarlo en esta historia de personajes dúplices en sus nombres y en sus dos lenguas.