Image: Eleazar o el manantial y la zarza

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Novela

Eleazar o el manantial y la zarza

Michel Tournier

19 febrero, 2004 01:00

Michel Tournier. Foto: U. Angers

Trad. José Luis López Muñoz. Alfaguara, 2003. 133 págs, 11’50 euros

"Las miradas interrogaban el horizonte como si encerrara el secreto del porvenir. Los días que siguieron el cielo se cubrió de nubes. Una tormenta estalló cerca, sin duda, porque de repente se levantó un viento vivo y fresco. -Es una advertencia- comentó Eleazar."

Con un lenguaje poéticamente inspirado, Michel Tournier cuenta en su última novela la extraordinaria historia de un hombre sencillo. Eleazar es un pastor protestante en la Irlanda del siglo XIX. De condición humilde, se casa con la hija tullida de unos terratenientes que aceptan un casorio sin dote para desprenderse de la chica. Pronto nacen Cora y Benjamín, dos niños preciosos y llenos de vida. Eleazar imparte su ministerio en tierras católicas y hostiles a cuanto viniere de Inglaterra. Para colmo, duda interiormente sobre cuál sea la fe verdadera. Un día, se enfrenta a un individuo que fustiga salvajemente a un criado; como Don Quijote en su primera aventura le insta a que detenga aquel desproporcionado castigo hacia el niño pero el hombre se niega. El pastor de almas le golpea con un bastón y sin querer le produce la muerte. Se deshacen del cadáver arrojándolo al mar pero Eleazar decide partir con su familia hacia el Nuevo Mundo. Para entonces se había desatado la hambruna de 1848 en Irlanda. Oleadas de emigrantes surcan los mares en todas las direcciones. Los cuatro miembros de la familia O’Braid ponen rumbo a California. La travesía oceánica recuerda por momentos el descenso al averno dantesco. Por fin llegan a la etapa decisiva: el desierto americano. Poco a poco los O’Braid se quedan solos rodeados de peligros. En un viaje iniciático, Elezar conduce a los suyos confiado únicamente en un Dios cuyo rostro intuye finalmente.

Como en otras obras de Michel Tournier, la acción principal está enriquecida por una escritura secundaria hecha, a su vez, de la superposición de diversos planos. En Gilles y Juana (1989) era la historia y la revisión crítica de la leyenda de Juana de Arco y Gilles de Raiz lo que sostenía la novela. En Viernes o los limbos del Pacífico (1985), Tournier realizó una relectura completa, crítica y profundamente lograda del Robinson Crusoe de Défoe y por extensión del hombre moderno. Y así con todas sus obras. En Eleazar la trama está alentada por el redescubrimiento de la figura bíblica de Moisés. Tournier ha escrito que su trabajo nacía direc- tamente de una pregunta planteada por el hebraista André Chouraqui; en concreto: ¿cómo es posible que Moisés, el gran patriarca, el único que ha sostenido la mirada en plena revelación de Dios, fuera excluido de la tierra prometida?

Pero no tema el lector. La dimensión simbólica o crítica de la literatura de Tournier nunca asfixia el aliento narrativo de sus novelas. Al contrario, esa faceta reflexiva, contemplativa en este caso, añade un gran placer e ilumina la acción con destellos a los que la mejor literatura jamás ha renunciado.