Image: La historia de Henry Esmond

Image: La historia de Henry Esmond

Novela

La historia de Henry Esmond

William M. Thackeray

18 marzo, 2004 01:00

Trad. Ana Pinto. Alba. Barcelona, 2004. 591 páginas, 29’50 euros

Hablar de Thackeray equivale a hablar de La feria de las vanidades y de Barry Lindon; La historia de Henry Esmond, que se traduce por primera vez al castellano, no desmerece en absoluto de ninguna de ellas.

En algunos pasajes incluso encontramos al Thackeray más sublime capaz de sintonizar los sentimientos personales, las relaciones amorosas y la historiografía. La Historia de Henry Esmond soporta perfectamente la lectura desde cualquiera de los ángulos expuestos. Es de justicia citar las interesantes notas a pie de página de la traductora, que posibilitan la comprensión de lo narrado incluso a quienes permanezcan totalmente ajenos a la historia de Inglaterra.

La narración comienza con el pequeño Henry Esmond abandonado y huérfano, a sus doce años, en el palacio de Castlewood. Lo descubrió su prima, Lady Castlewood, esposa de Francis Esmond, cuarto vizconde de Castlewood. El miedo inicial del joven Henry sobre su futuro se vio pronto disipado al descubrir que sus parientes lo trataban como si fuera su propio hijo. Su integración con los parientes reencontrados hacía presagiar un futuro esperanzador, e incluso llegó a convertirse en el paladín de la familia -y en verdad que se lo gana-. Pero Henry es en cierta forma un extraño, y así se siente en su interior; y también alberga en su interior una irresistible atracción por Beatrix, la hija del los vizcondes, "¿es que alguna vez existieron en el mundo unos ojos tan bellos?". El "idílico" mundo en que vive Henry comienza a resquebrajarse, hasta terminar en tragedia, en buena parte por la propia dinámica compleja de la familia. Y asistimos a la parte más interesante del volumen, el libro II, en que encontramos a Henry en la cárcel de Gatehouse y posteriormente como soldado. Si su vida juvenil fue una aventura en sí misma, la de su madurez resulta incluso más apasionante. La riqueza interpretativa de esta novela, ya se ha sugerido, resulta encomiable; pero lo auténticamente delicioso es perderse entre las páginas y "aventuras" de esta novela, o, citando a mi viejo profesor de literatura inglesa, de este "novelón".