Image: El curioso incidente del perro a medianoche

Image: El curioso incidente del perro a medianoche

Novela

El curioso incidente del perro a medianoche

Mark Haddon

9 septiembre, 2004 02:00

Mark Haddon

Salamandra. Barcelona, 2004. 269 páginas, 268 páginas, 14’50 euros

Mark Haddon (Inglaterra, 1962) es un hombre de letras original. Después de haber escrito e ilustrado libros infantiles que ganaron diferentes premios, ésta es su primera novela. El narrador es un niño de 15 años, apasionado por las matemáticas, cuyas ecuaciones le permiten resolver problemas "difíciles e interesantes", pero en los que hay siempre "una respuesta sencilla al final". Como constata Christopher, lo bueno de las matemáticas es que no son como la vida, "porque al final, en la vida, no hay respuestas sencillas". Escribe un libro, tras el consejo de su profesor, para procesar toda la información que le llega del mundo exterior. "Mi memoria es como una película", confiesa. Sin que jamás se pronuncie la palabra "enfermedad", el lector descubre que Christopher es autista. Sí, Christopher es un narrador que nunca explica demasiado, que no entiende de metáforas ni de sentimientos humanos y que, sin embargo, gracias a su voz narrativa, al lenguaje, nos descubre los mecanismos mentales de alguien a quien, si lo conociéramos en la realidad, seríamos incapaces de entender.

El libro irrumpe cuando aparece degollado Wellington, el perro del vecino de Christopher, que decide emprender una investigación a imagen de su ídolo Sherlock Holmes y utilizando como referencia su novela favorita, El perro de los Baskerville. Mientras investiga el asesinato, Christopher descubrirá facetas de su familia difíciles de encajar en su mente estructurada. No entiende las mentiras. No puede expresar algo que no haya vivido. Asimismo, el comportamiento de los padres, incapaces de entender los mensajes de su hijo, despierta sentimientos contradictorios en el lector.

Haddon trabajó en su juventud con niños autistas. En El curioso incidente... nos hace sonreír en unas páginas llenas de ternura, gracias a un personaje que marca sus días según la cantidad de coches seguidos que pasan de un mismo color (cinco coches rojos significa "un día súper bueno"). Al finalizar la novela es posible que el lector se pregunte si no es el mundo que rodea a Christopher el que está enfermo. Aunque el muchacho no cambie al final, consigue una victoria al restablecer el orden en su propio mundo, siendo así que las personas que le rodean seguirán luchando con los mismos problemas.