Image: La neblina del ayer

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Novela

La neblina del ayer

Leonardo Padura

28 julio, 2005 02:00

Leonardo Padura. Foto: José Goitia

Tusquets. Barcelona, 2005. 360 págs, 20 euros

El novelista cubano (La Habana, 1995) Leonardo Padura ha conseguido diversos premios internacionales con su obra policíaca de género negro integrada en la serie Las cuatro estaciones, a las que cabría añadir ahora La neblina del ayer. También en ésta el protagonista es Mario Conde (no confundir con el ex financiero español).

Se trata de un ex-policía habanero que en la pág. 130 cuenta 50 años y páginas antes se dice nacido en 1955 o sea que, fechada entre 2003 y 2004, la novela hace coincidir la cronología del personaje con la de su lectura. Todo ello responde al cuidado con el que Padura ha configurado el personaje en La Habana, sumida en la decadencia, la corrupción moral, económica y política, que el autor denunciará, cuyos climas constituyen lo más valioso de la novela. La trama se desarrolla en poco más de diez días, pero el narrador describe morosamente sin la economía narrativa o la intensidad tradicional en el género, salvo en su última parte.

No voy a analizar la trama, cuya sorpresa final es relativa, ya que se intuye antes. Pero bien puede decirse que Padura ha elegido como tema el bolero -novela bolero- y a una misteriosa cantante de cuando La Habana era aún el feudo de Batista, el lupanar de los EE.UU, la capital del juego y refugio de las estrellas de cine y millonarios estadounidenses. Aquel extraño suicidio no resuelto de Violeta del Río le permitirá al autor adentrarse en una trama folletinesca, de un pasado literario trillado, ligado a la voz, la figura y la personalidad de esta ya desconocida cantante. Todo ello surge del oficio al que se dedica ahora el ex-policía: intermediario en la compraventa de libros usados. Da con una magnífica biblioteca al tiempo que con la historia que ha de llevarle, como al héroe de Dashiell Hammett, a recibir su habitual paliza y a establecer el vínculo que liga La Habana de hoy (con sus restaurantes en los que todo es posible, a los que acuden los nuevos ricos de la post-revolución) con los supervivientes de las poderosas familias que huyeron a Miami cuando se dieron cuenta de la dirección que tomaba el nuevo régimen. El oficio "del" Conde convierte La neblina del ayer casi en manual de libros raros de la bibliografía cubana y precios actuales en catálogos estadounidenses: bellas ediciones ilustradas con grabados coloreados a mano de los ingenios azucareros, primeras ediciones de Martí o Borges, de Heredia y de los Cronistas. Este contacto con el arte bibliográfico acentúa el contraste con el hampa y los barrios como el de Atarés, de casas derruidas, donde habita la más peligrosa delincuencia. La afición por la cocina cubana, de la que se describen algunos platos y se da cuenta de un raro recetario, nos llevará sin duda al recuerdo de Carvalho, el héroe de Vázquez Montalbán.

Pero el mayor interés de la novela es la nostálgica recuperación de un pasado que constituye su clave. Padura traza los personajes con eficacia, creando un caleidoscopio habanero tan degradado como el personaje y sus compinches, sin ideales, condicionado por el sistema que mantiene a la población en el racionamiento, en el hambre. Aunque la trama policíaca es compleja y endeble, nos hallamos ante una novela negra que va mucho más allá del género. Padura posee oficio, narra con eficacia, mantiene el misterio. Una vez más dos ciudades sonuna y, a la vez, el mito.