Image: Gudari Gálvez

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Novela

Gudari Gálvez

Jorge M. Reverte

22 septiembre, 2005 02:00

Jorge M. Reverte. Foto: Adrián Ruiz

Espasa. Madrid, 2005. 224 páginas, 19’90 euros

A comienzos de la restauración democrática, Jorge M. Reverte alumbró un personaje, el periodista Julio Gálvez, para indagar en la problemática contemporánea fuera de la desacreditada novela social y de la vieja narrativa decimonónica.

Fue un acierto oportuno porque la profesión de Gálvez facilitaba la verosimilitud de la denuncia. Un periodista asume con naturalidad la función de destapar los asuntos más turbios que el poder político o económico tapan, y de analizar la cara oculta de la realidad. Gálvez cumple bien ese cometido y a lo largo de las aventuras que ha protagonizado hasta ayer -sólo cinco, por desgracia- ha sido un intérprete de la España finisecular implicado y lúcido. En una ocasión, en Gálvez en Euskadi (1982), ya había rondado por el País Vasco, y ahora vuelve allí en Gudari Gálvez.

Este Gálvez gudari no es nuestro personaje, sino un hijo suyo, Peter, y aunque con esta noticia desvelo la intriga inicial, no cometo grave indiscreción pues enseguida el autor lo dice. El periodista Gálvez, empleado aquí de una modesta revista para tanatorios, se reencuentra con una antigua novia, Sara, madre de Peter. El joven vive obsesionado por la imagen de quien cree su padre, un terrorista etarra muerto en acción. Peter, también activista del nacionalismo violento, corre un grave peligro y sus padres ponen todos los medios para salvarle la vida.

Esta trama, que dicho así parece simple, entrelaza numerosas peripecias urdidas con buena inventiva, sostenidas en la observación de una realidad compleja y montadas con notable destreza narrativa. El suspense tiene un valor secundario. Lo importante es la exploración de la mentalidad y los comportamientos de los nacionalismos, centrada en el vasco, pero sin faltar burlescas observaciones sobre el catalán. Reverte tiene una actitud inequívoca y hasta beligerante, y la novela le sirve para exponer su postura, que es ni más ni menos que una denuncia cerrada de los exclusivismos terribles y de la paranoia causados por la visión del mundo desde posturas raciales.

El motivo de fondo de la novela es la denuncia del odio étnico y de la violencia. En consecuencia, el libro constituye un alegato solidario con las víctimas. Y el hilo que conduce todo ello consiste en mostrar a través del caso de un soldado nacionalista, de este Gálvez gudari, los estragos que la ideología identitaria causa. El nacionalismo y sus mitos aparecen bajo una vestimenta literaria que, llegando en ocasiones al tono grave, se desarrolla la mayor parte del tiempo en clave de un humor irónico, burlesco. Desde esta perspectiva, Reverte hace una sátira muy valiente, y el que la voz cantante la lleve un personaje de ficción no disimula que éste asume y difunde el pensamiento del autor. La novela resulta amena, encrespará sin duda a quienes se identifican con las actitudes denunciadas y tendría que servir para que todo el mundo reflexionara sobre las graves cosas que marcan una parte fundamental de la vida de nuestro país. Mientras muchos escritores escudriñan atentamente, minuciosamente el sexo de los ángeles, Reverte se adentra en un conflicto capital de la hora presente a instancias de un compromiso ético.