Novela

Villette

Charlotte Brünte

19 enero, 2006 01:00

Retrato de Charlotte Brontë

Traducción de marta salís. Alba editorial. 2005. 648 páginas, 31 euros

Unos soldaditos de madera de Brandell, el único hermano Brünte, sirvieron de inspiración a Charlotte (Gran Bretaña 1816-1855) para imaginar el reino de Anglia, su primera creación, de la que dejó constancia en centenares de cuadernos. En 1846 publicó Poemas, con sus hermanas Anne y Emily. Le seguirían Jane Eyre (1847), Shirley (1849) y Villete (1853). El profesor, su primera novela, se publicó póstumamente.

Villette, la última novela escrita por Charlotte Brontë y publicada en 1853 por Smith, Elder and Co., es recuperada ahora por Alba Clásica en versión íntegra en español.

La razón de la prohibición en nuestro país durante muchos decenios de esta inocente obra, con la aparición tardía de una primera traducción censurada y expurgada en 1944 (Ediciones Nausica), hay que buscarla en aquellos pasajes en los que la protagonista plantea la oposición entre la ética inglesa y protestante y la mentalidad continental y católica. En honor a la verdad hay que decir que Charlotte, hija del rector de Haworth, concede a su heroína, Lucy Snowe, un momento de alteración y catarsis que acaba por conducirla a un confesonario católico. Pero la dialéctica entre la redención procurada por una u otra fe no es el tema neurálgico de Villette.

Cuando Charlotte Brontë escribió: "Una institutriz no tiene existencia", estaba manifestando el estado de ánimo de una generación de mujeres victorianas y condensando el fondo existencial subyacente en toda su obra. También en Villette , las contradicciones entre la conciencia individual de la protagonista y la noción de integración social acaban mostrando la ilimitada crueldad que el mundo reservaba para las mujeres sin fortuna, marido o conexiones. Cierto que después de una obra de genio como Jane Eyre, y a pesar de su extensión, Villette no puede llevar más lejos el viaje iniciático de una institutriz inglesa que busca cobijo en el internado de una ciudad continental llamada Villette ( se trataba de Bruselas, donde Charlotte había sido profesora). Solitaria, sin vida propia, la insignificante señorita Snowe vive confinada en su capacidad para observar a los demás; "pero ¿es usted alguien?", llegará a preguntarle una alumna. La historia de Lucy Snowe, un nombre gélido para una joven que desea embridar sus pasiones y mantener su soberanía individual pese a los avatares de la vida, es una construcción llena de retórica, didactismo e ingenuas casualidades propias de las tramas victorianas. Pero como en otras obras de las Brontë, se desprende aquí una inquietante rabia contenida y se despliega al sesgo, en un nivel más subterráneo, una visión descreída de las convenciones sociales y una dura crítica contra los comportamientos injustos hacia las mujeres.

Si en Jane Eyre flotaba sobre el texto un aire oscuro y amargo, acaso resentido, que conectaba el abandono de la protagonista con experiencias dolorosas de muchos lectores, en Villette la atmósfera es más soportable, feliz en los momentos de bonanza que le procurarán a la fiel Lucy Snowe sus amigos y la embriaguez de una vida social casi "integrada". Pero cualquier avance hacia la visibilidad de la señorita Snowe entraña un espinoso riesgo: el de despeñarse en el vacío de su identidad, el de volver a las catacumbas, el de ser vista, rechazada y finalmente olvidada para siempre. Fatalismo, o más bien realismo, de una autora que en Villette abre una puerta a la esperanza, sin dejar de mostrar el desasosiego de los condenados a las sombras.

La frase de Thackeray al conocer a Charlotë revela que la escritora de los páramos no gustaba de hipocresías sociales: "Hay un fuego y una rabia que braman en esa jovencita, una rabia que le quema el corazón y que no me agrada". El acomodado Thackeray, que había confesado llorar amargamente leyendo, quiso conocer a su autora, pero, acostumbrado a las damas de la buena sociedad, no pudo comprender el poso de rebeldía no domesticada que sin duda destilaba el corazón de la última superviviente de las Brontë.

Es interesante señalar que fue Charlotte Brontë, una novelista austera, dolorida y solitaria, cuya biografía se enmarca en las zonas más oscuras y contenidas de la existencia humana y cuyas protagonistas son seres grises, insulsos, y en apariencia, insignificantes, quien con mayor fuerza corrosiva ha representado las sombras, la inmolación, la cólera callada y el desafío interno del alma de las mujeres en la época victoriana.