El cuerpo de Jonah Boyd
David Leavitt
30 marzo, 2006 02:00David Leavitt. Foto: B. Cannarsa
El mundo universitario es fuente inagotable de historias y argumentos. La "Campus School" inglesa de Lodge y Bradbury encuentra su réplica norteamericana en autores como Jane Smiley y su irónica Mu U., la corrosiva La mancha humana de Philip Roth, o la inquietante Vieja escuela de Tobias Wolff.
Sin embargo, no es la universidad el referente, la fuente de donde mana la intrahistoria; para ello debemos remontarnos al turbio asunto que llevó a Leavitt ante los tribunales tras la publicación de Mientras Inglaterra duerme y la acusación de plagio que ganó el poeta Stephen Spender. Aunque no se refleje de forma explícita, el tema de la propiedad -como comprendemos al final de la novela- subyace a lo largo de la trama. Como en otros libros de Leavitt no podemos obviar el elemento autobiográfico, pero esta novela presenta interesantes novedades. La más clara tiene que ver con Denny, la mujer que nos cuenta la retrospectiva historia en primera persona, "porque estoy decidida a contar lo que pasó de verdad y no apartarme de la perspectiva de lo que presencié" (pág. 79).
Denny es la secretaria de Ernest Wright, un profesor universitario que es una eminencia en Freud. Además de redactar sus artículos y ser su amante, es una más de la familia. Incluso ayuda a Nancy, esposa de Ernest, a resolver pequeñas cuestiones domésticas. El día de Acción de Gracias de 1969 los Wright compartieron mesa con una vieja amiga de Nancy, Anne y su esposo, el eminente novelista Jonah Boyd; también estaban dos de los tres hijos de los Wright; antiguos alumnos del profesor y, por supuesto, Denny. Tras la cena, Jonah Boyd leyó algunos pasajes de la novela que estaba escribiendo en unos cuadernos, sin guardar copia alguna, pero los cuadernos desaparecieron esa noche. Boyd no pudo soportar la pérdida, no volvió a escribir y moriría en un accidente cuando "estrelló el coche contra el muro de una fábrica de ataúdes abandonada" (pág. 118). El misterio se revela 30 años después y está ligado a la propiedad de la casa de los Wright.
Particularmente considero que es el personaje de Denny, atípico en la "fauna" literaria de Leavitt, lo más interesante de la novela. Ya en el segundo capítulo nos puso al tanto de sus "posibilidades": "Un consejo para mujeres casadas: la secretaria de aspecto hogareño puede suponer una amenaza mucho más seria para vuestra seguridad doméstica". En el ámbito narrativo no encontramos novedad alguna digna de ser reseñada. El autor le tiene tomado el pulso a los pasajes dialogados como pocos narradores de su generación.