Malinche
Laura Esquivel
13 abril, 2006 02:00Laura Esquivel. Foto: Carlos Miralles
Laura Esquivel (1950), ampliamente conocida por su novela Como agua para chocolate, nos ofrece una novela histórica sobre la figura conocida como Marina en las Crónicas Españolas de la Conquista de México.
Las aportaciones de Laura Esquivel constituyen una perspectiva distinta al fabular esta figura femenina desde la femineidad, la "lengua" del Conquistador; es decir, su intérprete y, a la vez, esclava, amante y entregada con dote en feliz matrimonio a uno de sus fieles caudillos, Jaramillo. Para ello se ha servido de una selecta bibliografía, puesta al día, que se incluye al final del libro y que ha de permitirle evocar las costumbres indígenas, sus mitos y dioses y, en cierto modo, la arcádica vida (salvo los sacrificios humanos) anterior a la presencia de aquellos barbudos que el emperador Moctezuma creyó enviados por el mismo Quetzalcóatl, dios blanco y serpiente emplumada, que huyó a través del mar. Esquivel nos ofrece una narración lírica, tejida de experiencias místicas, en un lenguaje algo empalagoso, la abundancia de mitos que demoran la acción y el escaso realismo de las situaciones.
El personaje fundamental del libro, abundantemente ilustrado por Jordi Castells, es la existencia de aquella mujer indígena, vendida por su madre, esclava, devota de una abuela que, ya ciega, le relata y descubre la esencia de una cultura que pronto se tornará mestiza y perderá sus señas de identidad. El análisis del comportamiento de la que fuera primera dama indígena de la Conquista de México se basa en el desconcierto, en la dualidad religiosa en la que vive, en el descubrimiento de la crueldad de los españoles, en los servicios que se ve obligada a prestarle a Cortés, sobre quien se traza un perfil biográfico anterior a su llegada al Nuevo Mundo. Pero será la condición femenina la que teñirá esta documentada narración histórica con intuiciones sagaces. Sus mejores aciertos son las descripciones de la matanza de Cholula, en la que murieron "más de seis mil cholultecas", la vida cotidiana en Tenochtitlan, su mercado, el retrato de Moctezuma, y la fugaz presencia de algunos españoles, como Pedro de Alvarado o Bernal Díaz del Castillo. Su muerte se describe como un acto ritual, fundida en la Naturaleza. El contraste mítico-religioso servirá de sustrato para asentar el episodio.