Novela

Del viento y la memoria

Ramón Pernas

27 abril, 2006 02:00

Foto: J. M. Pastor

Espasa. Madrid, 2006. 206 páginas, 21 euros

Si el adjetivo no levantara sospechas de sacrificar lo literario a intereses bastardos, diría que Pernas es de la estirpe de los escritores comprometidos. En sus novelas hay un punto de denuncia y una apuesta a favor de la mejora de los seres humanos. A ello sigue fiel en Del viento y la memoria.

En este nuevo libro, Pernas vuelve a nuestra guerra civil. Arranca con un episodio de fanatismo tridentino: un grupo de cinco falangistas pegaron fuego a la biblioteca pública de un pueblo gallego costero en vísperas de la sublevación militar. Un periodista con voluntad de saber quiénes lo hicieron ha dedicado buena parte de su vida a indagar el hecho, y la novela viene a ser el documento de aquella violencia y del derrotero de sus protagonistas. Pero no se trata de un informe frío, sino de una interpretación a cargo de un narrador solidario con la historia cuyo nombre, Román Perlas, se parece tanto al del autor del libro que resulta inexcusable atribuir a éste el sentido de la obra, en una clara fusión de lo autobiográfico y lo ficticio.

He dicho sentido de forma vaga, pero podría hablarse con propiedad de tesis: el odio de clase, la venganza, los instintos criminales anidaron en algunas gentes que se levantaron contra el gobierno legítimo. Pocas denuncias hay tan claras contra la derecha reaccionaria en nuestras últimas letras como estas y otras páginas de Pernas. Pero no se queda en un puro ejercicio de memoria histórica, sino que su mirada apunta al futuro. Ahora, en el presente del relato, 70 años después del atentado, se ha impuesto una sociedad libre y respetuosa que ha vencido los fantasmas del ayer. La inauguración de una biblioteca, reconstruida sobre los planos de la antigua, y dotada con medios modernos por uno de aquellos pirómanos, es emblema del cambio y de apuesta por el futuro.

Pernas evita un documentalismo más o menos efectista, aunque no eluda los elementos testificales del horror. Para dar vida a ese episodio opta por un planteamiento bien original. Toda la fábula está bañada en un intenso sentimiento local y en una emocionalidad fuerte del paisaje, y compagina el dato y el misterio, lo costumbrista y lo poemático. Y se arriesga a incorporar a ese medio un elemento sorprendente, un factor mágico de muy buen efecto.Es un extraño personaje, un viajante de telas, que se convierte en copartícipe de la trama. Este viajante esconde a un diablo, un analista de la maldad del mundo que con plena verosimilitud da la dimensión de una parábola sobre el bien y el mal a una historia concreta.

Así, aleando la cruda verdad naturalista y el realismo mágico (quizás galaico), Pernas hace una amena e intensa fábula de los desmanes de un pasado nacional ya superado. El viento sur que se asocia a la memoria de los hechos (razón del título), indica la necesidad de mantener vivo ese recuerdo, para superarlo. Para esto exhibe el autor un arma singular, el valor redentor de los libros y de las letras. La literatura, sostiene Pernas, es un vehículo para redimirnos de la barbarie, el cainismo, el fanatismo ideológico… Por eso la trama de la novela se sustenta sobre los efectos curativos de las malas pasiones que tienen los libros, y ése es su verdadero tema, por encima incluso de los males de la guerra.