Novela

Una vida encantada

Mary McCarthy

18 mayo, 2006 02:00

Mary McCarthy. Foto: Archivo

Traducción de Gabriel Ferrater. El Aleph. Barcelona, 2006. 334 págs, 11’25 e.

Es posible que sin su segundo marido, el célebre crítico Edmund Wilson, Mary McCarthy (1912-1989), considerada una de las grandes narradoras americanas del siglo XX, jamás se hubiese atrevido a escribir ficción. Corrían los años 40 y ya era conocida como crítica literaria y teatral, pero fue Wilson quién la empujó a publicar su primera novela, El grupo (1942), hoy un clásico. Después vendrían El oasis (1949); Las piedras de Florencia (1959); Vietnam (1967); La máscara del Estado (1974), Las ideas y la novela (1980) y Prosas ocasionales (1985).

El nombre de Mary McCarthy se asocia indefectiblemente al de su novela más célebre, El grupo, (El Cultural, 02-09-04), en la que se nos narraban las vicisitudes de un grupo de jóvenes estudiantes de la prestigiosa universidad de Vassar cuando, alejadas del amparo de las aulas, deben enfrentarse a la realidad del mundo.

Y bien pudiera haber sido una de aquellas idealistas jóvenes Martha, la protagonista de Una vida encantada, pues también ella debe enfrentarse a un mundo que le resulta, tal vez, excesivamente complejo cuando no hostil.

La historia que nos narra la novela tiene que ver con el regreso de Martha a New Leeds, una pequeña localidad de Nueva Inglaterra donde la vida parece discurrir sin grandes sobresaltos. Martha había vivido en esta idílica comunidad cuando estaba casada con Miles, un hombre mucho mayor que ella. Pero su matrimonio, tan anodino como el de sus amigos, la arrojó en brazos del joven John con quien "huyó". Ahora, transcurridos siete años, decide regresar con su joven esposo, en la creencia de poder comenzar una nueva vida. Y, efectivamente, Martha y John son aceptados como si el recuerdo del pasado se hubiera borrado; incluso se permiten alternan con Miles y su nueva esposa como personas civilizadas que son. Pero lo inevitable tenía que ocurrir. Una noche en que John está ausente Martha y Miles vuelven a reencontrarse íntimamente: "Había sido como un ejercicio de glotones. … La cosa había ocurrido por sí sola, invitus invitam" (pág. 222). El furtivo encuentro no hubiera pasado de lo meramente "anecdótico" de no ser por que Martha creyera haberse quedado embarazada. ¿De quién era el hijo? Había mil probabilidades contra una de que fuera de John, pero ¿y si Miles fuera el padre? El desenlace, que se resuelve en el último párrafo de la novela, dejará a más de uno un tanto desilusionado.

Mencionaba en la referida reseña de El grupo, que McCarthy guardaba interesantes connotaciones con Kate Chopin, y tal vez sea Martha el personaje que mayores y más significativas connotaciones guarde con Edna -protagonista de El despertar, de Chopin-. No sólo por su caracterización en cuanto a la intelectualidad y las amistades artísticas, sino fundamentalmente por su perfil psicológico y verse ambas inmersas en una comunidad que funciona de acuerdo a sus propias reglas y que terminará por derrotarlas. Tal vez su problema estribe en no comprender bien las relaciones sociales ni personales. McCarthy es una verdadera maestra a la hora de perfilar la psicología de sus personajes de forma sutil y así nos revela los motivos que guiaron a Martha en la decisión más importante de su vida. Pero siendo ella el nudo gordiano de esta novela, McCarthy nos presenta una amplia gama de personajes secundarios que conforman un coro tan variopinto como vacío, presuntuoso y detestable. La aparente sencillez y amabilidad provinciana encierra un universo de miserias y engaños de todo tipo. John entiende rápidamente la nociva dinámica de esa pequeña comunidad, pero Martha, en su continuo deseo de ser querida se verá inmersa en una maraña de mezquindades. Lo que ella pretende es "reformar" la comunidad, pero su ingenuidad le impedirá además de fracasar en su intento, entender la dinámica de fuerzas que operan entre sus amigos.