Vichy, 1940
Fernando Schwartz
25 mayo, 2006 02:00El mariscal Pétain, Jefe del Gobierno pronazi de Vichy
El título de la nueva novela de Fernando Schwartz, Vichy, 1940, desvela con poco margen de duda su empeño: recrear la situación de la tranquila ciudad convertida en abigarrada capital de la Francia no ocupada tras el armisticio que permitió a Hitler controlar el vecino país.
Buena parte del relato consiste en pintar una estampa bastante viva de una situación enrevesada: la instauración del gobierno de Pétain, marioneta de los alemanes, que el viejo mariscal encabezó para evitar la aniquilación de un ejército derrotado en un suspiro y la destrucción del país. Fernando Schwartz trata con firme postura aquella polémica alternativa y por medio de sus personajes denuncia la maniobra reaccionaria que la sustenta y las simpatías fascistas del mariscal. No simplifica, sin embargo, el autor su mirada, y da voz a los conflictos morales que la encrucijada despertaba. También acoge el clima que transformó a la cuna del ideario revolucionario de libertad, igualdad y fraternidad en una sociedad sin principios, la que maltrató a los exilados republicanos españoles (se cuenta la muerte de un Azaña enfermo y desvalido) y colaboró en la persecución de los judíos.
Schwartz ofrece, pues, una abundante materia noticiosa, no inédita pero interesante para ese lector curioso a quien le gusta saber las cosas de un pasado que, por otra parte, bien puede valer como aviso o lección para un presente lleno de amenazas. Y ese pasado lo vivifica convirtiéndolo en un marco en el que pone unas trayectorias personales convulsionadas por la historia. Diseña un coro de personajes que representan distintos talantes individuales y muestran las incertidumbres del momento, y entre ellos coloca una peripecia principal: las relaciones entre Manuel, un maduro ex diplomático español nacionalizado francés, y Marie, una joven judía francesa. Manuel participa en un ineficaz grupo terrorista para contribuir a la lucha contra los nazis; aunque timorato, se embarca en varios riesgos por solidaridad, y la pasión explica que la vital Marie le arrastre a un gran peligro en el París ocupado. Esta acción le pone en un dilema límite, y la historia acaba en tragedia.
La plástica estampa de época la llena, pues, Fernando Schwartz, de conflictos morales y de tensiones ideológicas encarnados en psicologías variadas. Por debajo se mueven impulsos nobles y mezquinos, y al final estalla la condición humana. Con todo ello hace un relato muy tradicional de aventuras y de amor, ejecutado con habilidad formal y pulcritud lingöística. El balance es una amena novela de consumo.