Novela

Vichy, 1940

Fernando Schwartz

25 mayo, 2006 02:00

El mariscal Pétain, Jefe del Gobierno pronazi de Vichy

Premio Primavera. Espasa. Madrid, 2006. 456 páginas, 22’90 euros

El título de la nueva novela de Fernando Schwartz, Vichy, 1940, desvela con poco margen de duda su empeño: recrear la situación de la tranquila ciudad convertida en abigarrada capital de la Francia no ocupada tras el armisticio que permitió a Hitler controlar el vecino país.

Como ocurre en tantas de las narraciones históricas de moda, se parte de una situación real tan sugestiva -tan compleja y dramática, en verdad- que encierra un mundo en sí mismo novelesco, y a poco que el autor se documente, posea imaginación y disponga de medianos recursos formales, está asegurado el interés de la ficción. Y como Fernando Schwartz (Ginebra, 1937) sabe lo suficiente de lo que habla y no le falta destreza técnica, ha hecho, en efecto, una novela atractiva.

Buena parte del relato consiste en pintar una estampa bastante viva de una situación enrevesada: la instauración del gobierno de Pétain, marioneta de los alemanes, que el viejo mariscal encabezó para evitar la aniquilación de un ejército derrotado en un suspiro y la destrucción del país. Fernando Schwartz trata con firme postura aquella polémica alternativa y por medio de sus personajes denuncia la maniobra reaccionaria que la sustenta y las simpatías fascistas del mariscal. No simplifica, sin embargo, el autor su mirada, y da voz a los conflictos morales que la encrucijada despertaba. También acoge el clima que transformó a la cuna del ideario revolucionario de libertad, igualdad y fraternidad en una sociedad sin principios, la que maltrató a los exilados republicanos españoles (se cuenta la muerte de un Azaña enfermo y desvalido) y colaboró en la persecución de los judíos.

Schwartz ofrece, pues, una abundante materia noticiosa, no inédita pero interesante para ese lector curioso a quien le gusta saber las cosas de un pasado que, por otra parte, bien puede valer como aviso o lección para un presente lleno de amenazas. Y ese pasado lo vivifica convirtiéndolo en un marco en el que pone unas trayectorias personales convulsionadas por la historia. Diseña un coro de personajes que representan distintos talantes individuales y muestran las incertidumbres del momento, y entre ellos coloca una peripecia principal: las relaciones entre Manuel, un maduro ex diplomático español nacionalizado francés, y Marie, una joven judía francesa. Manuel participa en un ineficaz grupo terrorista para contribuir a la lucha contra los nazis; aunque timorato, se embarca en varios riesgos por solidaridad, y la pasión explica que la vital Marie le arrastre a un gran peligro en el París ocupado. Esta acción le pone en un dilema límite, y la historia acaba en tragedia.

La plástica estampa de época la llena, pues, Fernando Schwartz, de conflictos morales y de tensiones ideológicas encarnados en psicologías variadas. Por debajo se mueven impulsos nobles y mezquinos, y al final estalla la condición humana. Con todo ello hace un relato muy tradicional de aventuras y de amor, ejecutado con habilidad formal y pulcritud lingöística. El balance es una amena novela de consumo.