jPOD
Douglas Coupland
14 septiembre, 2006 02:00Douglas Coupland. Foto: A.G. Hamilton
El nombre de Douglas Coupland parece irremisiblemente ligado al de Generación X. Se trata de una afirmación en su sentido más amplio, pues no solo acuñó el término y la novela con ese título, que se ha convertido en el referente imprescindible de su corpus literario, sino que tanto el modelo narrativo como el zeitgeist de sus obras más conocidas se circunscriben al mismo ámbito. Aún más, sin olvidar El planeta Shampú o Todas las familias son psicóticas, esta reciente jPOD bien pudiera entenderse como una continuación de su popular Microsiervos. Se trata, cuando menos, de progresar en su particular análisis satírico de un mundo deshumanizado donde los programas de ordenador se han convertido en el epicentro de la experiencia humana.Las reminiscencias del título parecen claras, pero no, nada tiene que ver con el novedoso aparato electrónico, sino con la inicial de los apellidos y los cubículos donde trabajan los personajes de esta novela. Son seis jóvenes programadores de videojuegos -Ethan, Bree, John, Doe, Mark, Kaitlin y Cowboy- en una anónima empresa en las afueras de Vacouver, que han recibido el absurdo encargo de insertar un nuevo personaje en el último videojuego que han ideado. Se trata de una tortuga patinadora, muy del gusto del pequeño hijo del dueño de la empresa, que sin duda reportará buenos dividendos en productos de "merchandising".
Ethan Jarlewski, el protagonista narrador y asistente del asistente de producción, no solo tiene vida -en caso de que entendamos las relaciones entre los miembros del grupo como humanas- en su trabajo, fuera de él su familia es una fuente continua de problemas. Su padre vive añorando el día en que le permitan pronunciar al menos una línea en alguna de las películas en las que trabaja como extra; su madre se dedica a trapichear con marihuana e incluso electrocutará "accidentalmente" a un joven creando un problema para Ethan; y por si fuera poco su hermano, en una frenética carrera por enriquecerse pronto con el mínimo trabajo, se involucrará en un turbio asunto de entrada ilegal de emigrantes chinos que terminarán alojados, no podía ser menos, en el apartamento de Ethan.
La novela no tiene la frescura o la capacidad de sorpresa de Generación X ni la fuerza argumental de Microsievos; también resultan intrascendentes las decenas de páginas dedicadas a la numérica repetición de los 8363 números primos entre 10.000 y 100.000 -en el que uno no es primo- o los primeros 100.000 dígitos de pi entre los que se ha incluido un número erróneo; en ambos casos los personajes deben encontrar el error y su premio será "una nevera portátil de medio kilo de la promoción de Family Guy." (pág. 251). Pero resultaría injusto negar el valor de Coupland en su dedicado afán por explorar las posibilidades y los límites de la novela. En ésta incluso llegamos a encontrarlo como un personaje más que se relaciona mediante correos electrónicos con Ethan, con quien coincidió en un avión: "Ethan, gracias por hablarme de tu vida y todo lo demás. Es muy interesante. Creo que podrías sacar un libro de todo eso... Vives en un mundo amoral y fascinante, pero también sé que llevas la vida típica de cualquier persona de Vancouver, así que no te voy a juzgar." (pág. 304).
La clave interpretativa que bien pudiera sugerir un modelo analítico la encontramos en un detalle a primera vista intrascendente pero de alto contenido simbólico. En un momento determinado Ethan iniciará las gestiones con vistas a la compra de una propiedad referenciada como Lote 49. Entiendo que se trata de una alusión a Thomas Pynchon y su Subasta del Lote 49. Tal vez teniéndolo en mente se logre entender el verdadero significante de jPOD.