Image: Cuerpo a cuerpo

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Novela

Cuerpo a cuerpo

Eugenio Fuentes

5 abril, 2007 02:00

Eugenio Fuentes. Foto: Bernabé Cordón

Tusquets. Barcelona, 2007. Tusquets. Barcelona, 2007

Poco a poco, el género criminal ha terminado por aprovechar los elementos mínimos caracterizadores (un crimen, una investigación y un desenlace) para abrirse a objetivos tan distintos como la crónica social o la exploración psicologista. El cacereño Eugenio Fuentes es uno de nuestros más notables e interesantes narradores españoles recientes dentro de esta modalidad. Ha creado al detective privado Ricardo Cupido, listo en su justo punto, escéptico sin pasarse y prudente, y le ha puesto un discreto ayudante, Alkalino. Es Cupido un personaje más cercano a la humanidad que otros de sus parientes literarios. Hace su trabajo sin aspavientos. Así lo vemos en el nuevo caso que aborda en Cuerpo a cuerpo.

Un militar prestigioso y estricto, el comandante Olmedo, al parecer se ha suicidado con su propia pistola. La hija encomienda a Cupido que esclarezca las dudas que suscita esa decisión extraña en el carácter de su padre. Varias personas del entorno profesional y privado del difunto podrían tener motivos para eliminarlo. El autor dispone con mucha pericia sucesivas expectativas que producen un eficaz suspense. Sugiere pistas que la investigación rectifica varias veces, abre y cierra el abanico de las hipótesis, da un par de golpes de efecto con prudente malicia, y, al fin, esclarece el suceso.

La reflexión sobre la naturaleza humana es el territorio propio de Fuentes. De hecho, la trama criminal, aunque valiosa, se convierte en pretexto para poner en juego una amplia nómina de caracteres. En realidad, el molde policiaco es un sugestivo y actual anzuelo para desarrollar algo bien clásico, una historia psicologista de pasiones, lealtades, engaños, ilusiones, fracasos. Todo ello mostrado en unos seres bien diferenciados que reflejan la complejidad de la mente y encarnan variantes de la conducta humana.

Fuentes dispone tipos creíbles, los observa con atención y encarna en ellos una problemática intemporal que suena a cuestiones de interés general. Hace, pues, algo hoy no demasiado prestigioso, una novela de personajes, entre quienes ocupa un lugar principal el propio Cupido. Y por medio de los personajes va fluyendo una reflexión sobre la existencia, resumible en la cita de Shakespeare que abre el libro: "Sabemos lo que somos pero no lo que podemos ser".

Un diseño claro preside la concepción de la novela. Un presente poco extenso, el de las indagaciones detectivescas, avanza de forma lineal mediante el sucederse de escenas independientes. No hay virtuosismos técnicos, sino voluntad de contar con nitidez los sucesos. Una idea semejante inspira la prosa cuidada. La obra está escrita con esmero comunicativo, pero aquí se abre un frente peligroso. Aunque parezca una paradoja, su debilidad se halla en estar demasiado bien escrita. La corrección idiomática está bien cuando está bien, pero aquí rechina. Y la carta final no refleja la situación de extremo apuro en que se escribe.

Salvo por esta reserva de echar en falta una lengua un poco más viva, nada impide el consejo de leer Cuerpo a cuerpo. Merece la pena porque, aparte de gratificar al lector haciéndole pasar unos buenos ratos con una entretenida intriga, brinda una historia con finas observaciones psicológicas y abre unos interrogantes sobre la vida que a todos nos afectan. Esta obra confirma a Fuentes como uno de los más serios y solventes entre la nómina inacabable de quienes hacen novela negra.