Mansiones verdes
William H. Hudson
5 abril, 2007 02:00Hay cierto paralelismo entre Mansiones verdes (1904) y El corazón de las tinieblas (1902), pero Hudson, sin eludir el lado tenebroso del mundo natural, reconoce en la selva -y en el interior del corazón humano- la presencia de un Dios que infunde equilibrio, paz, dicha. La imperfección no es originaria, sino derivada. El hombre ha destruido el jardín del Edén y han crecido las malas hierbas, pero no es imposible restituir la perfección malograda. El romance que sirve de eje al relato muestra el poder curativo del amor. El amor no es un estado de ánimo, sino una experiencia ontológica, que revela la unidad en medio de la diversidad. El amor permite al hombre ser "flor y pájaro y mariposa y verde hoja y fronda". Novela excepcional, Mansiones verdes anticipa la sensibilidad ecológica, actualiza la comunión mística con el Todo, especula con la lengua adámica, que puso nombre a las cosas y se adentra en los estratos más profundos de la conciencia, buscando la belleza trascendental, esa "flor mística" que nunca se marchita ni muere, pese al incesante acoso del mal.