Image: El vecino de abajo

Image: El vecino de abajo

Novela

El vecino de abajo

Mercedes Abad

12 julio, 2007 02:00

Foto: Archivo

Alfaguara. Madrid, 2007 266 páginas. 17’50 euros

Más de una vez he lamentado aquí el poco crédito que tiene entre nosotros el humor. Preferimos temas de aspecto denso y tendemos a considerar de menor rango la materia y el enfoque ligeros. Y no hay por qué. Por cualquiera de esos modos se llega con semejante eficacia a desvelar la realidad y una literatura con espesor no visible a primera vista puede decir más del mundo que otra compleja.

A esa opción de presentar algo en apariencia simpático y superficial se ha acogido ya alguna vez Abad y ello constituye el principio mismo de El vecino de abajo. El argumento parece un tributo al ingenio. La protagonista cuenta su reacción el día en que su vecino Miquel Aubet empieza obras de reforma de su vivienda en el piso debajo del suyo. Una tormenta de martillazos la trastorna y la mujer cuenta su enajenada peripecia a partir de ese momento.

La anónima narradora es persona tranquila, muy convencional, ejemplo de equilibro. Pero este suceso que le impide su trabajo de "vulgar traductora del alemán" le desequilibra del todo y emprende una guerra sin cuartel contra Aubet. La novela refiere paso a paso el plan para arruinar la vida al vecino y los imaginativos detalles de la venganza. Esta febril actividad se convierte en una meta que da sentido a la vida de una persona algo acomplejada, pero tiene sus consecuencias, y un desenlace sorprendente y bastante triste, pone en insospechada cercanía a ambos vecinos.

Como se ve por esta síntesis anecdótica, Abad parte de un costumbrismo contemporáneo que trasforma en materia novelesca con buena imaginería y al que aplica un incisivo tratamiento satírico. Ha de notarse la habilidad de la autora para tramar una historia atractiva a partir de un hecho corriente. Aporta a esa historia un amplio cau-
dal de episodios curiosos y bien trabados en un argumento algo loco, pero con plena congruencia interna. A la autora se le da bien inventar y prueba da en algún episodio como la fundación de la empresa "Vengatrix" para llevar a cabo secretos ajustes de cuentas. También aporta una variopinta nómina de personajes adecuados por su caracterización a la farsa que protagonizan. Aquí está uno de los aciertos de la obra, porque esos sujetos tienen la necesaria densidad como para mostrar el conflicto de las relaciones humanas. Podría decirse que es una novela pesimista, o quizá realista, sobre la amistad. Y a la vista del resultado de dichas relaciones, una historia dolorosa de soledades de gentes a la deriva.

Ver en todo esto un mensaje acerca del mundo moderno sería exagerado si se entiende como una lección explícita. Pero Abad está apuntando a formas de vida actuales, aunque lo hace sin pretensiones sociológicas o doctrinales. La trama da pie a notas de actualidad con una perspectiva crítica, una especie de retrato irónico de cierta confusión en los afanes tanto de los individuos como de la sociedad. Y en este marco presente, pero sin anular su condición de fenómeno propio de lo humano, se sitúa el asunto más relevante de la obra, que quizás sea incluso su tema principal, nuestra tremenda fragilidad psicológica, el riesgo de caer en graves desequilibrios por causas nimias o comunes.

La agilidad del relato se acompaña de una prosa directa, culta y a la vez de tono coloquial, mezcla apropiada a la personalidad de la narradora y a la historia que se cuenta. Al estilo le falta, sin embargo, un último repaso que evite los entorpecedores adjetivos acabados en "mente" que lo ensombrecen.

El vecino de abajo es una novela de verdad entretenida. Abad logra una clase de narración muy valiosa al conjugar la suficiente amenidad para un lector superficial con la intención y altura para contentar a un lector exigente.