Image: El mundo

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Novela

El mundo

Juan José Millás

15 noviembre, 2007 01:00

Juan José Millás. Foto: Quique García

Premio Planeta, 2007. 233 páginas, 21 euros

También este año el premio Planeta ha querido añadir a su galería de celebridades a un autor tan conocido como Juan José Millás (Valencia, 1946), cuyo mérito literario, indiscutible en sus mejores novelas, viene apoyándose últimamente más en sus muy leídos"articuentos", publicados en la prensa periódica. Con El mundo Millás remonta el vuelo novelístico, truncado en Laura y Julio (2006), dando una vuelta de tuerca más a su trayectoria narrativa como "fabulador de la extrañeza", por emplear la certera presentación de Sobejano. El mundo imaginario de Millás está construido sobre una actitud de juego y permanente indagación en la frontera entre realidad y ficción, con pertinente uso de la metalepsis en los desplazamientos de situaciones, personajes y motivos entre distintos niveles ficcionales, lo cual potencia la naturalidad de sus incursiones en los pliegues misteriosos de la vida cotidiana.

En El mundo el autor da rienda suelta al tratamiento literario de lo que él mismo ha llamado "la devastadora enfermedad de la biografía" ("El genoma", incluido en la selección de Articuentos preparada por F. Valls, Alba Ed., 2001). En este caso la biografía novelada es la del propio Millás, convertido en narrador y protagonista de su libro autobiográfico. El mundo encierra la síntesis literaturizada de experiencias vividas por él, sobre todo en su infancia y adolescencia, y su transfiguración literaria en el mundo imaginario del autor en múltiples aspectos de sus novelas que al paso va desvelando. Sin embargo no debe considerarse una autobiografía, por más que gran parte de los episodios recreados haya sido verdad, incluso las ensoñaciones de aquel niño pobre, desvalido e hiperestésico en el barrio madrileño de la Prosperidad, en el sentido de que bien pudo ser cierto que las imaginó, acicateado por sus miedos y sus deseos de huir algún día de aquella asfixia material y espiritual impuesta por la grisalla de la posguerra en los años 50.

En El mundo Millás nos entrega la novela de su vida en forma de relato del aprendizaje que entra de lleno en la autoficción, tan en boga en la narrativa española de hoy. Su territorio literario es el mismo de otras novelas del autor, transformado en espacio mítico en el Madrid imaginario de Millás: la casa familiar en la Prosperidad, el taller de su padre, la presencia acogedora de la madre, sus 8 hermanos... Tras unas páginas dedicadas al traslado desde Valencia a Madrid, Millás va recreando, desde un presente narrativo, aquellos años de penuria en el barrio madrileño con sus miedos entre los nudos del frío y su atormentado acceso a la experiencia en diferentes órdenes de la vida, desde la relación con sus padres hasta los primeros acercamientos al sexo femenino, los amigos, la religión y la muerte.

La novela está compuesta de cuatro partes y un epílogo. Cada parte lleva por título uno de los motivos temáticos esenciales en el conjunto. El frío (I), la calle (II), "Tú no eres interesante para mí" (III) y la academia (IV) son aspectos esenciales en la construcción del personaje, crecido en el frío de la posguerra, rechazado por la chica que no lo considera interesante, y torturado por un cura cruel y sus secuaces en la academia. Lo mejor del libro, superados algunos momentos de artificio banales en las primeras partes, está en su intensidad climática como exorcismo personal del autor que, contemplándose a sí mismo desde la extrañeza, trata de comprender cómo de aquel crío ha podido salir el escritor de éxito que hoy es. El viaje y la huida han sido tan largos que al autor le parece que uno de los dos es falso, incapaz de casar al desolado niño de ayer con el celebrado escritor de hoy. Lo cual está muy bien resuelto en el reencuentro del narrador con su amiga de la Prosperidad, años después, en un hotel de Nueva York, con motivo de una conferencia en la Universidad de Columbia. Porque también desde un modesto barrio madrileño en la negrura de la posguerra se puede llegar a ver "el mundo". Por eso el final resulta cargado de simbolismo en el regreso del autor con las cenizas de sus padres a la playa de su infancia en Valencia.