Image: Secretos de alcoba de los grandes chefs

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Novela

Secretos de alcoba de los grandes chefs

Irvine Welsh

6 diciembre, 2007 01:00

Irvine Welsh. Foto: Archivo

Traducción de Federico Corriente. Anagrama. Barcelona, 2007. 515 páginas, 25 euros.

Irvine Welsh (1958) es uno de esos autores marcados por el impacto causado con la primera de sus novelas, en su caso Trainspotting. Además, su versión cinematográfica ha resultado definitiva al marcar su currículo literario. Títulos posteriores como éxtasis, Escoria o Porno no lograron hacer olvidar aquella primera publicación. Ahora se nos presenta Secretos de alcoba de los grandes chefs, una novela que ya desde la longitud de su título presenta algunas variaciones respecto a las anteriores. El lenguaje, aunque la primera frase sea "¡Que son los putos Clash!", y la segunda alocución "Y esto es una puta sala de cine" (p. 9), es más "refinado" que en novelas anteriores. También se aprecia una mayor madurez narrativa tanto en el diseño de personajes como en la elaboración del engranaje estructural. Eso sí, el escenario narrativo continúa siendo su Edimburgo natal, "la última colonia del Imperio Británico" (p. 238).

El protagonista, Danny Skinner, un apuesto, inteligente y ambicioso joven de 25 años, trabaja como inspector de sanidad inspeccionando restaurantes. Su vida transcurre, como la de un prototípico personaje welshiano, entre sexo y alcohol. Tan sólo un tema le preocupa en la vida, saber quién fue su padre, pues es hijo de madre soltera. Y entonces aparece en su vida, en su trabajo, Brian Kirby, la antítesis de Skinner. Brian es un buen hijo que sigue los consejos de su madre, aficionado a la serie Star Trek y a los trenes eléctricos, y con una vida sana y saludable. La natural aversión que Danny siente por Brian se ve acentuada cuando ambos aspiran al mismo puesto. Pero aún más llamativa que la relación laboral es la relación "telepática", pues si Danny se emborracha, Brian es quien sufre las resacas. La clave nos es revelada a mitad de la novela, pues sabemos que al recientemente fallecido padre de Brian "le habían conmovido de forma especial libros como El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde, y El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, de Stevenson" (p. 222).

Mencionaba hace unas líneas el diseño de los personajes y Danny Skinner tal vez sea uno de los más complejos creados por Welsh. Guarda interesantes connotaciones con el Murphy de Porno, pero mucho más elaborado y complejo. Así, por ejemplo, es un ávido lector de Rimbaud y Schopenhauer, lo que le confiere una novedosa vertiente intelectual. Tal vez sea precisamente éste el anclaje, el nexo, con la segunda trama de la acción: la búsqueda del padre. Su madre, punky en sus años jóvenes, se niega a revelar el nombre del padre -aunque en un momento sugiere que es un componente de los Clash, pues tuvo relaciones con tres de ellos en un mismo día de concierto-. Danny, sin embargo, cree que su padre puede ser algún conocido y reputado chef empleado como cocinero en el restaurante donde trabajaba su madre el año que él fue concebido. Uno de ellos podría ser De Fretais, autor del libro de cocina afrodisíaca, Secretos de alcoba de los grandes chefs.

Lo que hace interesante la búsqueda de Skinner no es la búsqueda en sí misma, sino que se trata de su propia búsqueda personal. La ajetreada vida social del protagonista encierra a un personaje agobiado que no sabe cómo afrontar su existencia, y el refugio que suponía el alcohol y las mujeres ya no logra reconfortarle.