Pasión de fondo
Alejandro Manara
13 diciembre, 2007 01:00Alejandro Manara. Foto: M. Uhart
Una pasión de fondo y un desfondamiento es el núcleo de esta novela de Alejandro Manara, bonaerense nacido en 1954, pero "argentino internacional" si se consideran los numerosos lugares donde ha vivido y ejercido (en esto parecido a sus colegas Juan Octavio Prenz o Alberto Manguel). Por extender la imagen inicial, tiene esta obra un claro mar de fondo: la dura crisis personal que sufre en la cincuentena Fernando, el protagonista, un ingeniero infelizmente casado cuyos hijos empiezan a volar solos y cuyo matrimonio hace mucho que se fue rutinariamente a pique para transformarse en convivencia distante y en "ausencia permanente" (p.138). El encuentro casual con Aurelia, corresponsal de un periódico venezolano -también casada y con hijos-, en una fiesta de embajada, hará que ambos se enamoren apasionadamente, redescubran una intensidad y una ternura olvidadas o quizá nunca sentidas, y se encaminen a poner en cuestión, y en riesgo, cuanto hasta ahora habían sido y significado sus vidas. Quizá el gran asunto de este libro sea la pregunta acerca de si son posibles los recomienzos y si verdaderamente tenemos opción real de cambiar nuestras lastradas vidas alcanzada una edad, toda vez que a los cincuenta "te sacaste la polaroid que te dice quién eres, qué hiciste" (p.31). Los avatares profesionales del marido de Aurelia, su traslado de Buenos Aires a París, derivará la pasión y la aventura hacia una larga relación de lejanías atajadas por e-mails, con el horizonte casi utópico de un reencuentro futuro en Taormina tras un año de ausencia, aprovechando un viaje de trabajo de Fernando. Por otro lado, la muerte de la madre del protagonista acrecentará tanto su lucidez como su sensación de abismo ("me di cuenta de que yo dejaba de ser hijo" [p. 134]). El relato se jugará en ese filo entre el valor y la cobardía, entre el atreverse y el no poder con las insalvables asechanzas de la realidad, entre el disimulo y la pérdida de control, entre la culpa y la liberación de la misma, y constituirá toda una disección de un amor que parece tan posible y alcance de la mano como impracticable y trágico.Alejandro Manara muestra al narrar una voz resuelta, aunque en algunos pasajes pierda relieve y parezca conformarse con una prosa demasiado lineal, donde se echan en falta giros inesperados o sorpresas estilísticas eficaces. Quizá su mayor fortaleza estribe en el talento para las situaciones sociales y los modos de hablar, su facilidad para elaborar diálogos precisos, y el hacer surgir con naturalidad, en el propio interior de la narración, decenas de microhistorias casuales, confesiones o confidencias inesperadas de unos personajes a otros (así su cuñado Nicanor, o ese sorprendente Eusebio del aeropuerto), todo lo cual contribuye a dar al relato esa agradable sensación de ser "como la vida misma". Es curioso cómo Alejandro Manara sabe producir un asombroso y seco efecto final de tragedia cotidiana sin redención posible, aun cuando el viaje por Sicilia de ambos "infieles" había comenzado con bastantes tópicos y con una Aurelia excesivamente snob y pedante. Sin duda esta es una novela de apariencia ligera, pero hace reflexionar sobre las encrucijadas de la condición humana.