Crucero de otoño
Luis del Val
15 mayo, 2008 02:00Luis del Val. Foto: Piñas Roche
Dos títulos narrativos -Buenos días, señor ministro y Las amigas imperfectas- acreditan la continuada presencia del escritor y periodista Luis del Val (Zaragoza, 1944) en nuestra actualidad narrativa. Presencia corroborada con una nueva distinción, la de finalista del premio Primavera, que se presenta con ese título que evidencia el nuevo proyecto en el que se embarca: Crucero de otoño. Sí, es lo que parece: la reunión de los ingredientes de la novela clásica, el claro propósito de contar una historia y la voluntad no sólo de no proscribir el sentimiento y la emoción en un argumento que contiene escenografía de lujo, una historia de amor turbulenta y un crimen anunciado, sino de revalidarlos en un relato de intriga bien dosificada que invita a zarpar en el puerto de Civitavecchia y tiene parada en Nápoles, El Pireo, Corfú, Dubrovnik, Venecia, y Barcelona…, en los lugares y en la Historia subordinada a cada uno. Lo dicho: una lectura grata, confirmadora de que esa capacidad de observación fina y sarcástica que es el mejor atributo de este autor.
Su argumento escoge esa escenografía para abrigar con ella su mejor baza, un elenco de personajes dispares que va desde quienes representan a la tripulación (tipos que animan una novela coral y enriquecen la ambientación, aunque sus particularidades no aportan grandes sorpresas), a los dos hombres que comparten camerino y función: son los "gentleman of dance", dos misteriosos sujetos que se presentan como profesores jubilados -uno serbio, otro español- obligados a ese trabajo de "caballeros de baile" para completar sus pagas. Sus historias respectivas -uno asistió a las atrocidades de la guerra de los Balcanes y vive volcado en la "venganza ciega"; el otro fue espía pero optó por el retiro y el aislamiento- sostienen sin desmayo el interés de una composición contundente, gracias, a la prudente administración de una información que, entreverada en el desarrollo argumental, los retrata hasta perfilar su presencia en el barco.
A todos estos se suma el pasaje, también variopinto, con evidentes intenciones de ampliar perfiles incluyendo a dos parejas americanas: un senador demócrata y su mujer, y un grande de las finanzas con su pareja, dispuesto a apoyarle "en caso de encabezar las presidenciales", también razón para rastrear el pasado de todos y hacerles coincidir en un vértice cuyo dirección busca enriquecer la lógica del relato no sólo con la historia de muchas vidas, sino con la evidencia de sus lamentables consecuencias. Que son expresión de la deriva moral de nuestro tiempo, de los intereses que mueven las ambiciones humanas, las relaciones personales, el engranaje político… No es muy alentador, pero combinado con una prosa ágil y un estilo que invita a entrar y a no parar de leer merece la consideración de lograda singladura.