Catalina de Lancaster
María Teresa Álvarez
6 noviembre, 2008 01:00María Teresa Álvarez.
Estamos cada vez más ocupados en revivir la Historia, en recolocar las piezas olvidadas o sueltas, quizá a manera de ajuste en el tiempo y el espacio para saldar ciertas deudas antes de instalarnos definitivamente en el ahora, o tal vez es que no logramos reconciliarnos con el presente. El caso es que del ayer nos llegan personajes tan conmovedores como éste que hoy nos ocupa: Catalina de Lancaster, la primera Princesa de Asturias.María Teresa álvarez (Candás, Oviedo, 1945), conocida en el ámbito de la ficción y de la historia por su aproximación a las grandes mujeres prisioneras en archivos olvidados (como Juana de Trastámara, Beatriz Galindo, Teresa Cabarrús o Isabel II) , explica de este modo su motivación a la hora de escribir sobre la vida y el buen hacer de esta princesa: "Resulta enormemente desolador comprobar que en muchos textos divulgativos […] se hable de la muerte de Enrique III el Doliente, de la minoría de edad de su hijo, el futuro Juan II, y de la regencia de su tío Fernando de Antequera. Pero de la reina Catalina de Lancaster, que fue corregente con Fernando, ni una sola palabra".
Pues razones que pesan sobradamente para adentrarse en una nueva entrega de María Teresa álvarez, quien en este libro asume el reto de narrar en primera persona, prestándole su propia voz a doña Catalina de Lancaster, nieta de Pedro I el Justiciero, asesinado por su hermanastro Enrique de Trastámara. Este suceso marcó para siempre a la joven princesa, quien se uniría en matrimonio con otro Enrique perteneciente a la misma odiada rama y cuya regencia se desenvolvió en un período particularmente delicado, pues ocurrieron hechos tan decisivos como el cisma de la Iglesia Católica. Dignos de tener en cuenta son sus permanentes alegatos y maniobras a favor de mantener la paz, admirables sobre todo tratándose de una época en la cual la mayor ocupación y el más grande interés de los varones era la guerra con fines expansivos. Podemos añadir que, entre sus muchos méritos, se cuenta el de ser la abuela de una de las personalidades femeninas más atractivas de la historia española: Isabel La Católica.
Esta es una novela de claro tinte intimista, escrita con rigor y sencillez que aportan credibilidad al personaje, dotándolo de una presencia vivificada por la intervención esclarecedora de María Teresa álvarez, ocupada en dar relieve a los diseños femeninos en el chato tapiz de una era de hombres capaces de desmentir con sus actuaciones el rol de intrigantes y mojigatas que nos fue endilgado a las mujeres.