Image: Las tres balas de Boris Bardin

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Novela

Las tres balas de Boris Bardin

Milo J. Krmpotic

16 julio, 2010 02:00

Milo J. Krmpotic

Caballo de Troya, 2010. 204 páginas, 12'50 euros


Podría decir que Las tres balas de Boris Bardin es una novela de policías y ladrones. Sin embargo, correría el peligro de que alguien me reclamara el importe del libro al sentirse defraudado por no encontrar el tipo de relato esperable de tal descripción. En mi defensa alegaría que ni la colección que lo publica sacaría nunca una novela convencional ni faltan en él los materiales de tal tipo de relato. Para entendernos, explicaré la cuestión por analogía. El autor, Milo J. Krmpotic (barcelonés de 1974 a pesar de ese impronunciable apellido de origen croata), es algo así como el Ferran Adrià de la novela criminal: la deconstruye, conserva sus ingredientes básicos y elabora, en lugar de la espuma de tortilla de patata, una espuma de thriller. De ahí que se evite la exposición orgánica de un acto criminal que avanza con claridad en esta historia tramada con los hilos del suspense.

Crímenes y delitos y violencia y policías e intriga que se aclara muy al final como resolución del misterio o suspense se encuentran en Las tres balas de Boris Bardin, pero la exposición de ninguna manera sigue las pautas previsibles. Krmpotic es un esmerado artesano del sugerir, insinuar, decir con medias palabras, o, mejor, de no decir lo que ocurre como lo haría una crónica periodística de sucesos; un forofo de no proporcionar nunca a la primera los datos evidentes; en fin, un apóstol del camuflaje anecdótico. Krmpotic pertenece a la última hornada de prosistas que tratan de insuflar nuevos aires a nuestra narrativa mediante un acusado vanguardismo formal.
Las tres balas de Boris Bardin se presenta en dos bloques alternantes. Uno de ellos muestra en secuencias muy cortas la peripecia de una estafa dineraria mediante el asalto a un furgón de transporte de dinero cometida en una ciudad del interior argentino en una época todavía reciente. En ella intervienen los tres hermanos Bardin e implica a unos policías locales más a un inspector enviado desde Buenos Aires. El otro bloque, en primera persona, refiere con un hilo argumental continuado la implicación del narrador en el suceso central y devana asperísimas reflexiones sobre la situación socioeconómica argentina desbordantes de sarcasmos arrasadores. Ambos bloques se sueldan en una visión del mundo ácida que suma existencialismo y denuncia social. Crueldad, escatología y ruindades derivan en amarga consideración de la naturaleza humana. El componente histórico crítico se avecinda en la doliente meditación argentina.

El trabajo esmerado del autor con la lengua consigue un estilo de efectos muy expresivos, sobresaliente en la expresión de la oralidad. Gran habilidad revela también en el tratamiento casi televisivo de la anécota, emparentado en los saltos de contenido con la serie mafiosa americana de Los Soprano. El enfoque elusivo paga, sin embargo, el alto precio de una dificultad de lectura muy grande por culpa de un virtuosismo algo gratuito y de unas ganas excesivas de complicarle la vida al lector. Tendrá que tranquilizarse Krmpotic para llegar a ser el excelente narrador que promete.