Los acasos
Javier Pascual
17 septiembre, 2010 02:00Javier Pascual
La peculiaridad anecdótica mayor de Los acasos está en la sustitución en la conquista del oeste americano de los yanquis por los españoles de Nuevo México y Arizona en tiempos de dominio de la corona hispánica en estos territorios. La novedad tiene interés por la desatención de nuestras letras hacia aquella realidad. Tan solo, que yo sepa, Amancio Labandeira se ha trasladado, tanto en el teatro como en la novela, a la colindante California en la época de finales del XVIII. Pertrechado de documentación genérica, pero suficiente para lograr una ambientación verosímil, y sin hacerle ascos al tópico, Javier Pascual monta una novela de acción a partir de una novela histórica.
Los acasos reconstruye la vida de un criollo, Moisés Mújica, teniente de las tropas españolas desplegadas en los arenales de Chihuaha, Sonora y Arizona por las fechas de la Independencia norteamericana. El hilo conductor de la trama reside en la concepción del destino como encadenamiento de azares inevitables aludida por el título. Frustrados sus intentos de hacer carrera en el ejército, Moisés se establece como colono en una zona minera. Esta peripecia se sabe por medio de la Escritura Funeral que un escribano prepara para enviarla a los familiares de Moisés en Cádiz y en la que utiliza cartas del difunto a su hermana Flora y diversos informes, acompañado todo ello con acotaciones al original de un anónimo editor. En suma, una variante del manuscrito hallado. Estos diversos materiales refieren la penosa actividad del militar en varios blocaos, la lucha contra los indios y la traumatizante estancia como prisionero de una tribu apache. La novela habla del amor, la soledad y la desesperación, y dispersos en su andadura, de crudo realismo a veces, espectral otras, aparecen miserias de la guerra, heroísmos, fanatismos, amistades, traiciones...
Un ameno relato aventurero se convierte en trampolín de una parábola de la condición humana encarnada en un ser silencioso y meditativo que se debate entre la voluntad y los "acasos". Este sentido trascendente se acompaña de un dato sorpresivo: la madre del protagonista rechaza el documento porque ella no tuvo hijo alguno. Se plantea así el problema existencia de la identidad: ¿la tiene Moisés más allá del propio texto? Se trata, claro, de un juego de descreimiento y de relativización de la realidad al gusto de la literatura innovadora. Tal planteamiento no hipoteca, sin embargo, el conjunto de la novela. El autor tiene el buen sentido de ceñirlo a una señal de modernidad que sirve para conferir aire actual a una historia emocionante. Ha hecho bien Javier Pascual en no sacrificar su gran habilidad como contador de historia en aras del juego literario.