Image: Viaje de ida y vuelta

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Novela

Viaje de ida y vuelta

Gyorgy Konrad

29 octubre, 2010 02:00

Gyorgy Konrad. Foto: U.N.S

Traducción: Adán Kovacsis. Alianza. Madrid, 2010. 216 páginas, 17 euros

La tragedia del pueblo judío procede de la mediocridad moral de una sociedad que creció rodeada de mitos cristianos. Los mitos se han debilitado, pero el antisemitismo perdura. Hace menos de una década, se empezó a definir el Holocausto como una "categoría filosófica", que impondría un nuevo imperativo categórico: Auschwitz no debe repetirse. György Konrád (Hungría, 1933) perdió a casi toda su familia en los campos de exterminio. Es un excelente narrador, que podría ser postulado para el Nobel, pero también un superviviente. Su literatura está ligada al testimonio de una experiencia particularmente dolorosa. Viaje de ida y vuelta es un relato autobiográfico que pasará desapercibido, mientras otros libros perfectamente prescindibles disfrutarán de una difusión inmerecida.

El niño del pijama de rayas no aporta nada al Holocausto. Sólo contribuye a banalizarlo con su prosa raquítica y su lamentable sentimentalismo. Es una vergüenza que algunos institutos lo hayan escogido como lectura obligatoria. Viaje de ida y vuelta sí es un libro necesario, que podrían leer los más jóvenes, pues su prosa está depurada hasta una sencillez elemental, donde se funden el talento poético y el sentido narrativo. La familia Konrád nunca se cuestionó su identidad húngara y jamás incurrió en el fanatismo religioso. De hecho, el joven György experimenta una identificación emocional con Hungría durante la guerra, pese a que su gobierno ha pactado con la Alemania de Hitler. Su patriotismo recuerda al de Jean Améry, que no descubrirá la verdadera naturaleza del fervor nacionalista hasta ser torturado y deportado. El padre de György era un próspero comerciante, que lo perderá todo cuando Alemania emprende su última aventura militar, invadiendo Hungría y deportando en menos de un mes a 300.000 judíos.

György Konrád conmueve con su prosa y su coraje. Sobrevivió al Holocausto, luchó activamente contra el comunismo y ahora nos recuerda que el antisemitismo pervive en Hungría y el resto de Europa. En su pueblo natal, la sinagoga sigue siendo un almacén y el cementerio un lugar fantasmal, con las lápidas rotas o profanadas. Europa nunca ha dejado de ser una tierra inhóspita para el pueblo del Libro, pese a su enorme deuda con una comunidad pródiga en escritores, científicos y poetas.