El ciclista de Chernóbil
Javier Sebastián
27 mayo, 2011 02:00Javier Sebastián. Foto: DVD
Lo característico del arranque es la mezcla de trazos costumbristas y de anécdotas que parecen salidas del teatro bufo. Esto responde a la sinuosa intención del autor de crear un ambiente singular dentro del que van adquiriendo encarnadura las terribles consecuencias del desastre de Chernóbil de 1986. El tal Vasia es un "samiosol", uno de los rusos que desoyendo prohibiciones volvieron a Pripyat y formaron una desesperada colonia humana en una ciudad castigada aún por la radiactividad. La novelesca relación entre el español y el ruso sirve de percha para colgar ricos materiales humanos y testimoniales.
Resumida así la anécdota de El ciclista de Chernóbil, doy un pálido y despistante reflejo de su contenido por culpa del cual se podría pensar en una de esas superproducciones cinematográficas del género catastrofista. La novela es lo más opuesto a este tratamiento. Javier Sebastián dispone un relato formalmente muy exigente que fractura la trama global en múltiples secuencias y recurre a un procedimiento elusivo. También construye con exigencia las secuencias, cuyo templado vanguardismo convive con una admirable fluidez narrativa.
Produce esta novela un fuerte impacto emocional, consigue que a uno se le pongan los pelos de punta y plantea las peores conjeturas que suscita estos días el accidente japonés. Pero no importa tanto lo que tenga de alegato sobre el riesgo de la energía atómica como el haberlo convertido en obra de arte, en una magnífica novela, una vibrante historia de amor con desenlace de intensidad poemática. La aconsejo con entusiasmo a quien busque en la literatura actualidad, exigencia y excelencia.